jueves, 4 de enero de 2007

Sobre el populismo



Si destinamos una parte del excedente económico a la satisfacción de las necesidades de los sectores más postergados, en poco tiempo conseguiremos nuestro objetivo. Basta con una voluntad política suficiente como para sostener esas medidas.
Se trata de lo que habitualmente se define como populismo.
Pero el populismo no implica desarrollo económico. Es más: el populismo puede interferir eficazmente en el desarrollo de un país.
Porque uno y otro son completamente diferentes.
Me explico.
El populismo es darle algo a los pobres por intermedio del Estado. El desarrollo económico es que no haya más pobres.
Cuando la voluntad política que sostiene al populismo cesa, los pobres suelen volver a su situación anterior. El desarrollo, en cambio, es un salto cualitativo de una sociedad, y ya no admite retrocesos.
Como el populismo suele tener un fuerte arraigo cultural entre los pobres, puede servir como un eficaz método para que nada cambie. Entonces, el populismo desarrolla una serie de variantes locales y clientelares.
En otros términos: el populismo vive de la pobreza, a la que perpetúa.
De este modo, el populismo impide el verdadero desarrollo de un país, porque –a la larga-, resulta funcional a las clases dominantes.
De allí que el futuro de un país subdesarrollado dependa de la extinción del populismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ah! si vos sos recontracatólicomal, puede que te choque el comentario que dejé anteriormente, pero es la verdad, leiste Juliano el Apóstata???

uhhh, no sabés como me morí de bronca de la historia no escrita.