miércoles, 29 de diciembre de 2010

La insoportable plaga de los autos


La Asociación de Fabricas de Automotores (ADEFA) anunció que hasta noviembre se produjeron más de 650 mil vehículos 0km, record en el sector. Según las terminales, para 2011 se espera fabricar entre 700 y 800 mil autos nuevos, y con suerte, en 2012 acaso se alcance el mágico número de un millón de unidades producidas.

Las concesionarias de autos usados también están de parabienes. Según cifras de la Cámara de Comercio Automotor (CCA), se vendieron casi 1,4 millones de vehículos hasta noviembre, otro record en la materia.

Autos y más autos.

Como consecuencia de este proceso, el parque automotor no cesa de crecer. Alrededor de 9 millones de vehículos (autos, camionetas, camiones y colectivos) circulan por el país.

Y entonces yo pregunto: ¿dónde se van a meter tantos autos?

La ley del embudo y la Pantera Rosa

Cada vez hay más y más autos, y mientras tanto, la infraestructura vial (esto es, calles, rutas y caminos) no parece acompañar proporcionalmente ese crecimiento. En otros términos: si cada vez hay más autos y los caminos por donde circulan esos autos son básicamente los mismos, no hace falta ser un genio para pronosticar más demoras en el tránsito, más embotellamientos, más colapsos.

Más accidentes.

Más muertes.

El proceso semeja a un gigantesco embudo: mayor concentración de coches en el mismo espacio = colapso inminente.

Hace poco, en China, un increíble embotellamiento en una ruta duró 11 días y provocó colas de hasta 100 kilómetros de extensión. Los automovilistas vivieron en carne propia el sinsabor de aquel cuento de Cortazar.

Pero no hace falta irse hasta China para prever el colapso que se nos viene. La ciudad de Buenos Aires nos brinda un testimonio de primera mano al respecto. Circular por las callecitas porteñas ya es un verdadero calvario cotidiano, y a todas luces se complica día a día.

De seguir así, la ciudad pronto será un organismo inviable cooptado por los autos.

La calle donde este escriba vive era -hasta no hace mucho-, una “calle tranquila” de un barrio tranquilo y periférico. Hoy es una pequeña avenida imposible de cruzar, atravesada de autos y colectivos que pasan a toda velocidad apenas uno pone un pie en el asfalto, como en aquel capítulo de la Pantera Rosa.

Autos y más autos.

Los autos nos dominan. Son los seres urbanos por excelencia. La ciudad se hace para los autos, no para las personas.

Y reitero: ¿dónde se van a meter tantos vehículos?

Tengo auto y la tengo más larga

Pocos objetos como el auto representan la irracionalidad del capitalismo como modo de producción. Un auto ocupa mucho espacio (en proporción a otros vehículos), contamina y es una de las mayores causas de muerte en todo el mundo.

En nuestro país, mueren 22 personas por día en accidentes de tránsito, y al año unas 120 mil sufren heridas, según cifras de Luchemos por la Vida.

Los autos matan mucho más que la inseguridad.

Pero el auto es el mayor signo de status de que disponemos en el mundo capitalista. En la Argentina, sin ir más lejos, tener auto equivale a ser alguien.

A ser un vivo.

A tenerla más larga.

De modo que, cuando apenas acumula un poco de pelusa en el bolsillo, lo primero que hace el argentino medio es comprarse su autito. De allí que no sorprendan las cifras de producción y venta de coches.

Conclusiones

Por un lado, crece la cantidad de autos. Por el otro, la infraestructura vial no alcanza a contener ese crecimiento. La ley del embudo nos llevará hacia cada vez más frecuentes colapsos de tránsito.

Es inevitable.

Los autos avanzan, nos dominan, se imponen.

Toman la ciudad por asalto.

Un día, nos levantaremos y constataremos que el Gobierno ha declarado como “plaga nacional” al automóvil.

Habrá marchas contra la plaga de los autos. “Haga Patria, mate un auto”, será una de las brutales consignas.

¿Es una locura?

Es una cuestión de tiempo, a menos que hagamos algo ahora.

Ya.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Los ricos son la causa de la pobreza


Lloverá para arriba.

El sol saldrá de noche.

Macri exige la redistribución de la riqueza.

Los patos les disparan a las escopetas.

Agrega el Jefe de Gobierno que los problemas de pobreza y vivienda en la Ciudad son consecuencia de la “inmigración descontrolada”.

Lo de siempre.

La culpa la tienen los otros.

Los pobres.

Los negros de mierda.

La pobreza la generan los pobres.

Hay que hacerles caer todo el peso de la ley.

“La ley fue hecha para ser aplicada contra aquellos a quienes su miseria les impide el respetarla”, dijera Bertolt Brecht.

No es muy difícil de entender.

Si un país puede abastecer a toda su población de un nivel de vida digno, ¿por qué hay muchos que no tienen nada?

La respuesta es simple: porque unos pocos se quedan con más de lo que les corresponde.

La torta alcanza para todos pero muchos no tienen su porción: es porque unos pícaros se quedan con todas las porciones, las más suculentas.

La pobreza no la generan los pobres, ni los inmigrantes ni los extranjeros.

La pobreza la generan los ricos, como Macri.