miércoles, 29 de octubre de 2008

La ciencia ficción siempre tiene razón


El derrumbe del capitalismo financiero ha disparado una serie de extraños vaticinios, algunos de los cuales alcanzan dimensiones apocalípticas.

No faltan quienes aseguran que el capitalismo mismo ha muerto, o que ha comenzado su lenta e inexorable agonía.

Como si regresara de su añejo sarcófago, Karl Marx vuelve a la vida y resucita en medio de burlonas carcajadas de ultratumba.

El economista Immanuel Wallerstein sostiene que el capitalismo ha ingresado en su “etapa final” de vida (Clarín, Ieco, 26-10-08, pág. 4) Utilizando los ciclos de Kondratieff, Wallerstein asegura que la acumulación real del sistema ha alcanzado su límite: se entra en fase de crisis, y pum, es el fin.

This is the end, cantarían los Doors.

Proyecciones elaboradas por expertos parecen darle cierta razón. Según un informe de WWF, al ritmo actual de consumo, en 2030 se necesitarán dos planetas para satisfacer la demanda mundial.

En otros términos: la Tierra impondrá un límite ecológico insuperable, si no queremos caer en una catástrofe global.

Ahora bien: si el capitalismo se termina, ¿qué demonios va a reemplazarlo? ¿Una suerte de socialismo? ¿Otro modo de producción aún peor?

“Creo que es tan posible que se instale un sistema de explotación más violento que el capitalismo –explica Wallerstein-, como que ocupe su lugar otro más igualitario y redistributivo”

No me pregunten por qué, pero creo en la primera de las posibilidades: un sistema de explotación mucho más refinado, que utilizará la ciencia –la genética, la nanotecnología, la informática, etc.-, para controlar las mentes y los cuerpos de un modo mucho más eficaz que el actual control social.

Así lo ha anticipado la ciencia ficción en múltiples distopías futuristas.

Y como todos ustedes saben, amigos, la ciencia ficción siempre tiene razón.




Para oir ===> The Doors - The End http://es.youtube.com/watch?v=dbI5K0AzNHI



miércoles, 15 de octubre de 2008

Ahora resulta que Marx tenía razón


Al fin de cuentas, resulta que Marx tenía razón.

Que el capitalismo es, en definitiva, un sistema que explota a unos en beneficio de otros (pobres y ricos, capitalistas y proletarios, desarrollados y subdesarrollados, o como quieran llamarles)

Que la lógica del capitalismo –esto es, la lógica de la empresa, vector capitalista-, no es otra que maximizar la ganancia. Y que las necesidades sociales (nimiedades como el alimento, la salud, el trabajo de los seres humanos, la integridad del medio ambiente, etc.) se subordinan a esa lógica, la maximización de la ganancia.

Qué, en definitiva, el capitalismo es un modo de producción revolucionario, capaz de generar enormes riquezas, pero que conduce inevitable, inexorable, irremediablemente a la desigualdad. Y que cuanta más riqueza crea, más desigualdad crea. Y que por consiguiente, es un modo de producción inviable para lograr un mundo socialmente más justo y ecológicamente sustentable.

Ajá.

Entonces, tanto lío y al final Marx tenía razón.

Parece un chiste, che.

jueves, 9 de octubre de 2008

Sistema


Mañana por la mañana, cuando usted se levante para desayunar sus habituales medialunas, o su café con leche o su tecito con galletitas, cerca de mil millones de personas como usted se levantarán en todo el mundo y no tendrán nada para comer.

Nada.

Usted desarrollará su día de trabajo y volverá a su casa para cenar, y luego se irá a dormir. Al mismo tiempo, esas mil millones de personas también se irán a la cama, pero luego de un día de no haber comido virtualmente nada.

Nada.

Según un informe de la FAO, las personas hambrientas o subalimentadas en el mundo ya superan las 925 millones.

Y van en aumento.

Son personas que, literalmente, se mueren de hambre o desnutrición.

No es una metáfora: son hambrientos de verdad.

La mayoría de esas personas viven en países en extremo pobres (51 millones en Latinoamérica, según los datos de la FAO) países que, al fin de cuentas, también forman parte del capitalismo.

Si: los pobres también son parte del sistema.

Porque esos países son pobres no porque “no les ha llegado” el capitalismo -como nos quieren hacer creer-, sino porque les ha llegado de manera torcida.

Son países subdesarrollados.

Y los países subdesarrollados existen porque existen otros países que son desarrollados, y viceversa.

En otros términos: el capitalismo es una estructura mundial que se basa en la necesaria desigualdad de las partes que lo componen.

Porque los países pobres son pobres porque hay países ricos, que a menudo los han explotado por siglos, quitándoles sus materias primas.

Desarrollo y subdesarrollo, así, no son fenómenos contrapuestos, sino dos caras de una misma moneda.

De modo que los pobres en el mundo no son una consecuencia no deseada del sistema: son parte del sistema.

Porque, ¿qué sucedería si esos mil millones de hambrientos pasasen, por un golpe mágico, a consumir como un estadounidense promedio? ¿Si de buenas a primeras los pobres consumieran tanta energía, materias primas, y causasen la misma contaminación que un estadounidense o un europeo promedio?

ESO NO PASARÍA: el sistema mismo colapsaría y la Tierra no podría sostener semejante consumo.

Es muy simple: para que algunos sobreconsuman, millones deben subconsumir.

La persistencia del sistema depende de la desigualdad.

Entonces: los pobres son pobres precisamente por pertenecer al capitalismo.

Insisto: los pobres en el mundo no son una consecuencia no deseada del sistema.

Son parte del sistema.

De un sistema que primero salva a los bancos, antes que a los hambrientos.