jueves, 29 de marzo de 2012

Que alguien haga algo



No hay cosa que los argentinos detesten más que ser considerados como parte del problema. Para los argentinos, las cosas malas que ocurren en el país son siempre culpa de otras personas, nunca de ellos mismos.
Así, los responsables suelen ser a menudo el Gobierno (cualquiera sea), el clima, el FMI o el cometa Halley.
Los argentinos jamás colaboran en la gestación de los problemas. No, no, ellos nunca manejan mientras hablan por celular, ni nunca se cuelgan del cable, ni cometean jamás al agente de tránsito.
Son seres respetuosos de la ley.
Yo, argentino.
Consecuentemente, los argentinos jamás consienten golpes de estado ni votan a políticos que dicen haber leído a Sócrates.
No, de ningún modo, señor.
Claro, desde luego, después quieren que los trenes funcionen como en Suiza y que no haya “pibes chorros”.
Qué vivos.
Nótese lo siguiente: cuando una tragedia ocurre, los argentinos siempre se consideran ajenos en lo absoluto al origen del problema.
Los culpables son siempre otros: son “ellos”, distintos del “nosotros”.
Cuando una tragedia ocurre, los argentinos exigen soluciones y es común oír la frase “que alguien haga algo”.
Es una frase interesante.
Que alguien haga algo.
¿Quién es “alguien”? ¿El Gobierno, San Cayetano, SWAT?
“Alguien” es siempre distinto al “nosotros”.
Esto es muy conveniente.
Víctima y victimario de si mismo, el argentino nunca tiene que ver con ni las causas del problema ni con sus posibles soluciones.
La culpa la tienen otros, “ellos”, y las soluciones las tiene que aportar “alguien”.
Porque las tragedias, en este país, como todos ustedes saben, nacen de un repollo venido de París.