lunes, 9 de diciembre de 2013

Aquel 10 de diciembre

Fue, acaso, el día más feliz de mi vida.
Se terminaba la asfixia de la dictadura, esa garra sangrienta que nos oprimía la garganta.
Volvíamos a respirar el aire puro de la libertad.
Fue un día maravilloso, se podía comprobar en las casas y en las calles, y hasta en el clima.
Fuimos felices ese día.
Ese sábado radiante.
Fuimos felices casi sin saberlo.
Felices.
Así lo recuerdo.
Lo que vino después es otra cuestión. Decepciones más que alegrías.
Humillaciones a veces. 
Es que la democracia no lo arregla todo, como supusimos ingenuos. La democracia tarda en construirse, décadas, tal vez siglos. Y nos falta mucho.
30 años no es poco, es verdad.
Pero no habrá democracia mientras no haya cloacas ni gasas ni justicia.
La democracia es incompatible con la injusticia.
No habrá democracia mientras unos pocos tengan mucho y muchos tengan poco o nada.
No es un juego de palabras: es el problema que deberemos solucionar si queremos que aquel 10 diciembre tenga algún sentido algún día.     

miércoles, 4 de septiembre de 2013

¡Gracias, Roger, por el tenis!



Sea como fuere que tu carrera profesional prosiga de aquí en más, quiero decirte gracias, Roger, por tanto tenis.
Por combinar en cada cancha la eficacia, la técnica y la elegancia.
Por tu revés exquisito.
Por inundar de placer los ojos de los que gustamos de este deporte.
Por tu talento y tu caballerosidad.

En síntesis, por transformar al tenis en una suerte de arte


martes, 27 de agosto de 2013

La medicina, esa enfermedad que mata *



                                                            Está en la naturaleza de la medicina que si hacés algo mal, vas a matar a alguien. Si no pueden asumir esa realidad, elijan otra profesión.
                                                                                                                                                                                                                                                                                          Dr. Gregory House
                                                                                         
                                                        Primum non nocere (Lo primero es no dañar)
                                                                                                                                                                                                                                                         Precepto atribuido a Hipócrates



Pocas cosas matan en el mundo más que los mismos médicos.
La medicina occidental se ha transformado en una maquinaria compleja capaz de salvar tantas vidas como de segarlas.
Parece una contradicción, pero no lo es.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que “decenas de millones” de personas sufren lesiones graves o mueren al año en todo el mundo por los errores de diagnóstico, las malas prácticas quirúrgicas y las consecuencias nocivas de los tratamientos medicamentosos.
Decenas de millones, dice la OMS. Evidencias no le faltan.
El informe Death by medicine (Muerte por la medicina) advertía -hace casi ya diez años-, que los errores médicos eran la principal causa de muerte en los EE.UU., con más de 780 mil decesos anuales. De acuerdo a este polémico artículo, el sistema de salud estadounidense causa más daño que beneficio.
Más datos respaldan su hipótesis.
Según un estudio de la Asociación de Oncología Médica de Italia, mueren en ese país europeo 90 personas al día por fallas en el sistema sanitario, unas 32 mil al año. La sumatoria mortal supera a las provocadas por el cáncer, las dolencias cardiovasculares o los accidentes de tránsito.
Peor el remedio que la enfermedad: hace rato ya que la medicina occidental se ha transformado en parte del problema de la salud mundial antes que en su solución.

La miopía de los médicos

La medicina occidental padece de una miopía peligrosa: ve al paciente como un mero conjunto de síntomas que se expresan en algún órgano o sistema, e ignora la totalidad del cuerpo del enfermo. Ignora que el todo no puede reducirse a sus partes. De ese modo, si uno tiene un problema en el hígado, es atendido por un hepatólogo; si uno tiene un problema en el corazón, lo derivan al cardiólogo, etc., etc., etc. Todos los especialistas ven su “parte” del problema, pero ninguno ve al paciente como a un todo somático, psicológico y social. Al experto en un pedazo del cuerpo rara vez le importa el entorno del paciente, sus opiniones y sus hábitos, por lo que apenas conoce algo de él.
Porque nadie mejor que uno conoce su propio cuerpo.
Sin embargo, el enfermo no puede abrir la boca cuando va al consultorio porque el doctor es el que sabe. La relación médico-paciente se sustenta en una subordinación tácita del segundo al primero. No hay cosa más desagradable para los médicos que aparezca un enfermo que se atreve a dudar, a disentir y –peor aún-, a cuestionar su saber.
-¿Quién es el médico, usted o yo? –suelen preguntar los médicos en esa incómoda circunstancia.
Para la medicina occidental, los pacientes no tienen opinión alguna en el proceso de diagnóstico: son idiotas (House consiente este término), meros conjuntos de síntomas con patas que deben hacer lo que se les dice.
Y punto.
La conclusión de todo esto es simple y horrible: los médicos no saben nada de sus pacientes, excepto por la “partecita” que les corresponde. En ese contexto, ¿cómo no se van a producir errores de diagnóstico? 

La línea de montaje sanitaria

Ante un mismo conjunto de síntomas, los médicos suelen recetar a menudo el mismo tratamiento universal, como si todos los pacientes fuesen iguales. Del mismo modo, tres médicos distintos pueden hacer tres diagnósticos diferentes sobre un mismo caso (¡Y los tres, estar mal!) Se ignora aquel viejo precepto según el cual hay tantas enfermedades como enfermos: el tratamiento que a un paciente puede salvarle la vida, a otro puede sencillamente matarlo.
Es que el diagnóstico no es una ciencia exacta: es casi un arte basado en datos y también en la intuición, esa parte de la inteligencia que no se ve. No cualquiera puede diagnosticar, como no cualquiera puede componer una sinfonía o escribir El Aleph. Dicho de otro modo: muchos médicos no están en condiciones de diagnosticar y sin embargo, lo hacen.
Lamentablemente.
Es verdad que, en buena medida, los malos diagnósticos tienen mucho que ver con la deficiente atención a los pacientes. En las obras sociales -y ni que hablar de los hospitales públicos o el PAMI, esas máquinas de eliminar gente-, el paciente pasa por una suerte de línea de montaje sanitaria donde es atendido con una superficialidad asombrosa. Excepto raras ocasiones, no hay tiempo para un análisis profundo. Conclusión: el médico de hoy ha perdido el “ojo clínico” que caracterizaba a los viejos galenos.

La industria de la enfermedad

Tampoco debe soslayarse que el médico es un eslabón más de una cadena muy amplia que empieza con los grandes laboratorios farmacéuticos (que no son más que grandes empresas capitalistas), y termina (literalmente en muchos casos) con los pacientes. ¿Ustedes leen los prospectos de los remedios que toman? Muchos medicamentos tienen tantas contraindicaciones y efectos adversos, que a veces es mejor quedarse con la enfermedad de base.
Sin embargo, la cantidad de sustancias que se sobre-recetan es enorme, como ocurre con los antibióticos. Desde luego, hay quienes ganan mucho dinero vendiendo toda esa basura química.
Es que la enfermedad se ha convertido en una industria. En los catálogos de Farmacity podemos encontrar un remedio para cada mal: si tenés esto, tomate esto otro o aquello. Cada dolencia tiene su cura, y su cura, claro, su precio.
En otros términos: la medicina occidental es parte de un negocio gigantesco que lucra con la enfermedad, y por consiguiente, con la salud de la gente.

Sanas conclusiones

“No quiero ir al médico porque no quiero enfermarme”, dice una frase de la inventiva popular. A veces, lo mejor es no visitar ningún consultorio. Se los aseguro. Y mucho menos un hospital. El peor lugar para llevar a un enfermo es a uno de estos sitios horribles, donde uno de cada diez internados sufrirá una infección intrahospitalaria (que en uno de cada 300 casos será mortal, según cifras de la OMS).
De nuevo: peor el remedio que la enfermedad.

El sistema de la medicina occidental esta enfermo: Dios quiera que no lo atiendan los médicos. 




*a mi madre, víctima no contabilizada de la medicina y los malos médicos

jueves, 15 de agosto de 2013

La insoportable e inveterada atomización de la izquierda

La pregunta remanida tras cada puta elección siempre es la misma: ¿cuándo la izquierda se va a presentar unida?
Dicho de otro modo.
¿Cuándo los partidos que dicen representar a la izquierda –y por ende, a miles de personas que en muchos casos no los votan-, van a abandonar su estúpida e inveterada atomización?
¿Cuándo dejarán de lado los dogmatismos, personalismos, partidismos y demás ismos, en aras de encolumnarse tras tres, cuatro o cinco conceptos centrales que toda izquierda –aquí, en cualquier parte del mundo y acaso en la Vía Láctea-, debe compartir? ¿Cuándo comprenderán que a menudo suelen dar pena con sus propuestas inútiles que no convencen ni siquiera a los convencidos?
Hasta los más rancios teóricos de la derecha admiten que una izquierda activa es siempre útil para la buena salud del sistema político de cualquier país.
¿Entenderán que a este paso nunca van a gobernar ni un club de barrio? ¿Será el destino manifiesto de la izquierda no acceder jamás a gobierno alguno? ¿Será que –el día que pueda ganar una hipotética izquierda-, se acaban las elecciones y la famosa democracia?
No lo se.
Pero constato un hecho esperanzador: hay mucha más gente de izquierda de lo que creemos. Se los aseguro. Hay gente que es de izquierda y no lo sabe. Los partidos de izquierda, parece, tampoco. 


martes, 9 de julio de 2013

Los blogs resisten

Los sabios aseguran que los blogs –esas bitácoras personales que se multiplicaron por millones en pocos años-, están pasando a mejor vida. Y entonces, no es extraño descubrir a muchos de ellos abandonados, como barcos encallados en la arena, con fechas antiguas y sin renovar. Sus dueños –hartos acaso de tirarle piedras a la luna-, desertaron pronto de la naciente blogósfera.
En otros términos: los blogs se mueren.
Hace rato que ya no son una novedad para los más jóvenes, que los han reemplazado por otros artificios: Facebook primero, Twitter después, y quién sabe qué mañana.
Hasta no hace mucho, se decía que los blogs eran pequeños espacios de libertad individual en los que ciudadanos de a pie podían ejercer su libre albedrío de modo democrático.
Se abría –se dijo-, una gigantesca democracia directa online.
Un ágora mundial electrónica.
Pero se multiplicaron tanto, se crearon tantas voces libres, que se convirtieron en un coro clamoroso sin sentido ni cohesión: millones de blogs que no decían nada. Sólo unos pocos lograron trascendencia y por consiguiente, se convirtieron en otra cosa.
Los blogs se mueren, preconizan los sabios.
No obstante, algunos subsisten al paso del tiempo por la extraña pero heroica convicción de la resistencia.
El íntimo fracaso es el secreto de su éxito.

Este, amigos, es uno de esos blogs. 


domingo, 23 de junio de 2013

Justicia e impuestos


                                                                         a Luz Milagros

En los países justos, los impuestos vuelven al pueblo en forma de educación y salud.
En los países injustos, los impuestos vuelven al pueblo en forma de gases lacrimógenos.

En los países justos, el sistema tributario está basado en impuestos a los ricos para que -de ese modo-, no haya pobres.
En los países injustos, el sistema tributario está basado en impuestos a los pobres para que –de ese modo-, siga habiendo ricos.

Los países justos no invierten en educación y salud porque son justos: son justos porque invierten en educación y salud.
Los países injustos nunca invierten en educación y salud precisamente para seguir siendo injustos.



domingo, 9 de junio de 2013

Paloma




Ella no baila.
 Levita.
 Ella parece tener alas en los pies ligeros.
 Y se desliza etérea como si burlara a la gravedad.
 Ella no baila.
 Le hace el amor al espacio-tiempo.

martes, 21 de mayo de 2013

Larga vida a Manzarek


Hace poco fue Jon Lord. Ahora otro tecladista fundamental se nos va: Ray Manzarek, miembro fundador de The Doors.
Acaso cerebro musical del grupo, siempre resultó oculto tras ese frontman desquiciado y genial que era Jim Morrison.
Pero Manzarek estaba allí detrás, sosteniéndolo todo con sus acordes psicodélicos e hipnóticos. Y con su célebre mano izquierda, que reemplazaba con enorme swing al bajista ausente de la banda.
Ray Manzarek murió a los 74 años, dice la escueta noticia.
Larga vida a Manzarek.



Foto: fuente Wikipedia

sábado, 18 de mayo de 2013

El perro y la rabia


Murió Videla.
El dictador Videla.
Murió, acaso, un símbolo del pasado más atroz de este país.
El dictador Videla murió, en efecto, y en una cárcel.
Enjuiciado.
Sentenciado.
Murió, en definitiva, donde debía estar.
Y con él, quizá, se fue una parte de ese pasado ominoso.
Y ya está.
Muerto el perro se acabó la rabia.
¿Se acabó la rabia?
Porque el perro murió y la rabia sigue.
Porque Videla hizo su trabajo sucio.
Y luego ya no importó.
Es fácil patear a un perro muerto.
Porque Videla y sus secuaces trabajaron para un poder que continúa más que vigente.
Videla y sus militares ganaron la “guerra sucia”.
Pero más tarde no fueron “reconocidos”.
Porque Videla creía -de veras, sinceramente-, ser un héroe.
Eso es lo terrible.
Videla se creía un soldado espartano que cumplió con su deber.
Un salvador que nos librara de la subversión marxista, ese fantasma que crearon las clases dominantes como coartada para preservar sus intereses económicos.
Y entonces Videla y sus secuaces (como el también fallecido Martínez de Hoz) implantaron un país que todavía padecemos.
Crearon un monstruo que todavía pagamos.
Ese pasado no murió con Videla.
Sigue impune en algunos rostros poderosos de hoy.


miércoles, 24 de abril de 2013

Barcelona: ¡gracias por el fútbol!


Pase lo que pase de aquí en más –lo afirmo sin dudar-, gracias, Fútbol Club Barcelona!
Así sea el final de un ciclo, como se atrevió a catalogar el diario As.
Así pueda el equipo recuperarse o se acabe su sueño –reitero-, gracias, Barcelona.
Por brindarnos un fútbol que creíamos extinto.
Un fútbol generoso, de juego asociado, que piensa más en el arco rival que en el propio.
Un fútbol de respeto por la pelota.
Gracias, entonces, Barcelona.
Por devolvernos las ganas de ver un partido.
Por combinar eficacia, táctica y elegancia.
Gracias por la genialidad de Messi.
El talento de Iniesta.
La sabiduría de Xavi.
Por no traicionarse ni en los peores momentos.
En efecto: todo tiene su fin, y también un equipo puede entrar en rendimiento decreciente.
Nada puede durar para siempre en este Universo.
Y mucho menos lo bueno.
Si esto es así –reitero esta hipótesis osada-, gracias de todos modos por lo vivido y lo que acaso aún queda por vivir.
En nombre de la sangre catalana que me heredaron mis ancestros.
Gracias, Barcelona, por relumbrar como una perla en el barro del fútbol mezquino, utilitarista, especulador.
Un fútbol mediocre como el mundo mismo.


domingo, 7 de abril de 2013

Hasta la próxima tragedia (versión 3)


La secuencia es simple.
Primero incubamos la tragedia.
(Y digo incubamos, porque en este país, las tragedias no nacen de un repollo)
En efecto: primero incubamos la tragedia.
Prolijamente.
Y entonces consentimos o votamos la destrucción del estado.
De la educación.
De la salud.
(Y luego pretendemos, claro, que los trenes funcionen como en Suiza.
O que las escuelas sean como en Finlandia).
Incubamos la tragedia –repito-, con nuestros actos cotidianos.
De desprecio por las reglas.
De viveza criolla.
Incubamos la tragedia al elegir –nuevamente-, a quienes nos gobiernan.
Que se parecen a nosotros, al fin y al cabo.
Y son siempre los mismos.
Cada pueblo tiene los gobernantes que se le parecen.
Y entonces elegimos ir siempre por los mismos caminos.
Y oh casualidad llegamos siempre a los mismos sitios.
Y tropezamos siempre con las mismas piedras.
Y después de tanto incubar la tragedia, la tragedia -al fin-, se produce.
Y entonces sobrevienen el dolor, el estupor, la indignación.
Y luego, la solidaridad.
Porque, eso sí, somos un país muy solidario, ¿sabe?
Y entregamos todo, como expiando nuestras culpas.
(Esas culpas que nadie tiene, o que son siempre de los demás)
Pero luego del dolor, el estupor y la indignación, volvemos a la normalidad.
Volvemos a nuestra estúpida comodidad.
A nuestra desidia.
A nuestro subdesarrollo, ese que beneficia a unos pocos.
Volvemos a incubar nuestra próxima tragedia. 


domingo, 17 de marzo de 2013

Exclusivo: las futuras medidas revolucionarias del papa Francisco


Y se viene nomás la Revolución Franciscana en la Iglesia. El nuevo Papa Bergoglio ya anticipó medidas que darán un giro copernicano a la visión del catolicismo en el mundo.
Este medio ha tenido acceso a los documentos que Francisco emitirá en breve. Y sólo nosotros podemos dar la primicia. En exclusiva, he aquí algunos de los puntos fundamentales de la Nueva Doctrina de nuestro Santo Padre argentino.

-Se vende el Vaticano
Lo dijo Francisco: la Iglesia hará opción por los excluidos, como lo hiciera nuestro bienamado San Francisco de Asís. El nuevo Papa anunciará la venta o concesión del predio del Vaticano para recaudar un colosal dinero (imagínense lo que vale la Capilla Sixtina) que será donado a los pobres y a las naciones subdesarrolladas. Francisco, fiel a sus costumbres de humildad, pasará a vivir en una modesta pensión del bajo romano.

-El fin del celibato y la apertura sexual.
Para evitar los alarmantes casos de pedofilia que afectan a la curia, Francisco anunciará que los sacerdotes católicos podrán casarse y tener hijos, como ocurre en otros credos cristianos. Pero el nuevo Papa irá por más: en breve, anunciará el matrimonio igualitario entre curas y obispos.

-El protagonismo de la mujer y las minorías
Francisco, el papa de los oprimidos, también bregará por el rol de la mujer en la Iglesia. Se permitirá que las monjas accedan a cargos de mayor jerarquía eclesiástica, y pronto habrá obispas y monseñoras.
La Santa Sede también se abrirá a las minorías de todo tipo. De modo que en un futuro, quién lo sabe, podrá se electa una papisa negra, judía y lesbiana. Es el deseo de Francisco.

-Se revisará la cosmovisión de la Iglesia
Francisco anunciará que la Iglesia abandonará las absurdas teorías creacionistas y abrazará las ideas evolutivas de Darwin, quien será entronizado como santo, San Charles Darwin.
El nuevo Papa seguirá la línea de Juan Pablo II, quien había afirmado alguna vez que el comunismo tenía “semillas de verdad”. Por consiguiente, la Iglesia adoptará al marxismo como nueva doctrina y El Capital será incluido en el Index de los Libros Canónicos.

En fin, estos son algunos de los postulados “revolucionarios” que sostendrá Francisco, nuestro amado y renovador Papa argentino.
Que Dios se lo pague.
Amén.

jueves, 14 de marzo de 2013

No creo en los Saulos de Tarso


Saulo de Tarso era un rabino judío que perseguía con particular celo a los primeros cristianos, por entonces apenas una pequeña secta judeo-mesiánica.
Se cree que no conoció en persona a Jesús y que llegó hasta el extremo de ejercer violencia física contra los seguidores del Nazareno.
Pero un día, durante una peregrinación a Siria, Saulo tuvo una visión reveladora. Algunos creen que fue por un golpe en la cabeza; otros, por un ataque de epilepsia. Sea como fuere, a Saulo el perseguidor se le apareció el mismísimo Jesús, quien con voz admonitoria le intimó:
-¿Por qué me persigues, Saulo?
Acto seguido, Saulo se convirtió en San Pablo, el Apostol, principal difusor de la forma de cristianismo que nos rige hasta la actualidad.
Permítaseme ser escéptico: no creo en los Saulos de Tarso.
La designación de Jorge Mario Bergoglio como Papa nada cambiara en las vetustas estructuras de la Iglesia, salvo algún previsible maquillaje “progresista”.
Porque por estos pagos sabemos bien quién es Bergoglio. Es el mismo que fue recomendado en su cargo por su antecesor Quarracino (¿se acuerdan del insigne Quarracino?). Es el mismo que se opuso al matrimonio igualitario y a otras formas de progreso en la sociedad civil. Cosas del demonio, dijo entonces. Es el mismo que, en cada homilía, emitía una caterva de lugares comunes y frases altisonantes, que me recordaban más al mártir Peperino Pómoro que a un reformista crítico.
Porque nada cambiará en la sacrosanta Iglesia y se seguirán tapando sus chanchullos económicos y sus escandaletes de pedofilia.
Porque Bergoglio está mas cerca de Saulo que de San Pablo.


lunes, 4 de marzo de 2013

Cerebros


El 85 por ciento del cerebro de una persona se desarrolla en los primeros 5 años de vida, me dice un comercial de una leche infantil. Y una beba divina (Sol, de 2 años) nos demuestra las virtudes de recibir estímulos cognitivos a tan temprana edad.
-¡Amarilloooo…! –dice Sol, que ya reconoce los colores con total facilidad.
Reitero: el 85 por ciento del cerebro de una persona se desarrolla en los primeros 5 años de vida.
El 85 por ciento.
Y entonces, por default, uno se pregunta qué pasa con los chicos que no tienen la suerte de Sol. Qué pasa con el cerebro de los chicos que no reciben el alimento ni el estímulo cognitivo adecuado durante esos primeros y vitales 5 años de vida.
La respuesta no es muy difícil de deducir: pues no desarrollarán todas sus capacidades mentales ni psíquicas.
Sus cerebros no funcionarán al ciento por ciento.
Serán chicos por debajo de la inteligencia media.
Serán niños subalimentados, adultos subnormales, países subdesarrollados.
Entonces, en una cadena causal de acontecimientos, esos chicos subalimentados tendrán problemas en la escuela, serán repetidores, burros, abandonarán la primaria, o con suerte, la secundaria. Según cifras oficiales, el 40 por ciento de los alumnos no termina la educación media.
Fuera del sistema educativo, caerán pronto en el mercado informal de trabajo, que los explotará sin piedad. Y cuando alcancen la adolescencia, sufrirán la tentación de desviarse de todos los caminos éticos y morales. Unos se hundirán en la droga y en la mala vida. (En la Argentina, casi un millón de chicos de entre 16 y 24 años no estudia ni trabaja, según datos oficiales)
Y otros -acaso un porcentaje bajo de ellos, pero significativo-, se inclinará al delito, un delito con rabia, con bronca. Y entonces saldrán a robar. Y saldrán de caño a matar. Y morirán bajo bala, o con mucha suerte terminarán presos.
Terminarán en el sistema penal, que sólo encarcela a los pobres y reproduce la pobreza y el delito. “La Ley fue hecha para ser aplicada contra aquellos a quienes su miseria les impide el respetarla”, dijera Bertolt Brecht.
Y entonces se hablará de la “inseguridad”, del aumento del delito urbano. Se plantearán “soluciones” al problema, se pondrán rejas, guardias, armas, perros. Indignados ciudadanos que votaron la destrucción del Estado hablarán de aumentar las penas, de bajar la edad de imputación a los menores.
Se pondrá el carro delante de los caballos.
Pero nadie dirá que la inseguridad no nace de la ausencia de las leyes o de su presunta debilidad. Esto es como creer que el dolor de cabeza es producto de la falta de aspirinas.
La inseguridad no nace en las leyes, amigos: nace en la alimentación de los niños.