martes, 9 de julio de 2013

Los blogs resisten

Los sabios aseguran que los blogs –esas bitácoras personales que se multiplicaron por millones en pocos años-, están pasando a mejor vida. Y entonces, no es extraño descubrir a muchos de ellos abandonados, como barcos encallados en la arena, con fechas antiguas y sin renovar. Sus dueños –hartos acaso de tirarle piedras a la luna-, desertaron pronto de la naciente blogósfera.
En otros términos: los blogs se mueren.
Hace rato que ya no son una novedad para los más jóvenes, que los han reemplazado por otros artificios: Facebook primero, Twitter después, y quién sabe qué mañana.
Hasta no hace mucho, se decía que los blogs eran pequeños espacios de libertad individual en los que ciudadanos de a pie podían ejercer su libre albedrío de modo democrático.
Se abría –se dijo-, una gigantesca democracia directa online.
Un ágora mundial electrónica.
Pero se multiplicaron tanto, se crearon tantas voces libres, que se convirtieron en un coro clamoroso sin sentido ni cohesión: millones de blogs que no decían nada. Sólo unos pocos lograron trascendencia y por consiguiente, se convirtieron en otra cosa.
Los blogs se mueren, preconizan los sabios.
No obstante, algunos subsisten al paso del tiempo por la extraña pero heroica convicción de la resistencia.
El íntimo fracaso es el secreto de su éxito.

Este, amigos, es uno de esos blogs.