domingo, 22 de julio de 2012

Paja, pene y otros neologismos (o De cuando nos venimos viejos)


Uno se percata de que se vuelve viejo cuando no comprende lo que dicen los jóvenes.
Quiero decir: uno se da cuenta de que ya no está en onda con los adolescentes, por la sencilla razón de que ha dejado de ser uno de ellos desde hace rato.
No entender lo que hablan los chicos es el primer síntoma de nuestra prematura madurez: ya no podemos seguir sus conversaciones sin caer en insólitas lagunas de comprensión.
¿De qué hablan estos pendejos del orto?
Hace poco me ocurrió un hecho de estas características.
Véase.
Estaba en una fiesta familiar, cuando escuché la conversación de unas sobrinitas mías. Hacía mucho que no las veía (eran niñas entonces) pero ahora ya estaban bastante creciditas las nenas...
Una le decía a la otra.
-Ay, pero, nada, me da paja hablar con ese pibe, es un pene
¿Cómo?, me dije indignado.
“Paja”, “pene”, ¿qué clase de cosas groseras dicen estas chicas? ¡Qué barbaridad! ¿Eso aprenden en la escuela?
Me acerqué y les recriminé el lenguaje:
-¿A vos te parece decir esas cosas, nena? –increpé-. Te voy a dar un schiaffo en la boca, eh, así.
Y le hice el ademán de darle un golpe de revés en los labios, como hacían nuestras abuelas...
Las chicas me miraron atónitas.
-Pero, ¿de qué hablás, tio? ¿Estás bien?, estás re pene hoy…
Ahí fue donde caí que “paja”, “pene” y palabras afines significan otras cosas para los chicos de ahora…
Intentando solucionar mi torpeza, me excusé:
-Ah, no, entendí mal, todo bien, re pene, si, todo paja, re paja, viste…
-¿Estás medicado, tio? –me preguntaron las chicas, irónicas.
-¡Todo paja! –agregué absurdo. Y me alejé huyendo…
Mi prima, mamá de las niñas, me aclaró que esas palabras son usadas de otro modo por los adolescentes actuales. Decir que algo les da “paja” es que les da fiaca, o similar. Nada tiene que ver con el onanismo. Y que un chico sea “pene”, será porque es medio tonto, o algo así, no necesariamente es una alusión al órgano sexual masculino.
Imagínense.
Paja.
Pene.
Para mi, dos “malas palabras”.
Cuando yo era chico e iba a la escuela primaria (gobernaban todavía los milicos, nótese) decir esas palabras equivalía a ser considerado un maleducado y un grosero imperdonable.
Imagínense si yo entraba al colegio, a las siete de la matina, y saludaba al viejo portero del siguiente modo:
-¿Cómo anda, Don Cosme?
-¿Cómo te va, nene? –respondía el viejo portero.
-¿Tiene paja hoy, o está medio pene?
¡¡¡Me echaban de la escuela!!!
Sucede que las palabras mutan con el tiempo, y lo que otrora querían decir ya no tiene vigencia o ha mutado en su significado.
Por caso, la palabra “chabón”.
Antaño, chabón (o “chambón” o “boncha”) equivalía a ser un tonto o un idiota. Por eso el tango dice “pagando como un chabón”.
Pero con el tiempo, chabón pasó a significar “muchacho” o “pibe”.
“Qué hacés, chabón”, se dice sin que nadie se sienta ofendido por el término.
Otro tanto sucede con la palabra “boludo”. Boludo es un claro insulto. Llamarle a alguien boludo aún significa una agresión verbal.
Sin embargo, se ha generalizado tanto su uso, que el “boludo” acompaña casi cualquier frase dicha por los adolescentes.
“¿Qué hacés, boludo?”
“Bien, boludo. ¿Y vos, boludo?”, es la típica conversación entre dos jóvenes que no están agrediéndose en lo más mínimo, sino mas bien saludándose afectuosamente.
(Las chicas, por su parte, dicen “boluda” cada tres términos).
Es que las palabras cambian con el tiempo su significado, mas no su significante (¿O era al revés..?).
Por eso, cuando no comprendemos a los jóvenes, en ese instante, es cuando caemos en la cuenta de que nos estamos poniendo viejos. Y el hecho se comprueba fehacientemente cuando agregamos:
“¡Qué juventud perdida!”
Y ahí si, ahí si que estamos en el horno.

lunes, 16 de julio de 2012

Larga vida a Lord


Se ha dicho que la música de Deep Purple era un eterno enfrentamiento entre la guitarra de Ritchie Blackmore y el teclado de Jon Lord.
En cada canción solía haber un contrapunto admirable entre ambos instrumentos.
Como un duelo de titanes en el cosmos.
Y el simple hecho de que Lord pudiera hacerle frente a Blackmore en su terreno (al fin y al cabo, la guitarra es "el" instrumento del rock) hablaba de su enorme talento.
Cultor de Bach, Lord llevó esa gigantesca influencia al hard rock y al rock sinfónico.
Acaso sea el mejor tecladista de la historia de esta música.
Ahora la escueta noticia dice que Lord ha muerto a los 71 años.
Larga vida a Lord.


*portada del álbum Machine Head (1972). Imagen tomada de Wikipedia.