viernes, 11 de enero de 2008

¡Gracias, Edesur!



Escribo esto gracias a que la empresa Edesur me ha proporcionado la energía necesaria para que mi computadora funcione correctamente.

¡Gracias, Edesur!

Improviso.

Me hago algunas preguntas. Por caso, ¿cómo es posible que Edesur mantenga su concesión, luego de los grandes cortes de luz de 1999 y los recientes? En cualquier país normal del mundo, esta empresa ya no existiría, y sus gerentes estarían, quizá, presos o procesados.

Pero acá no.

En el país de los vivos, no.

El Gobierno asegura que los desperfectos son producto del aumento de la demanda, consecuencia del "crecimiento económico" de los últimos años. "Somos víctimas de nuestro propio éxito", espetó el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, en otra de sus frases de antología.

(Y me pregunto, ¿no estaremos en una nueva versión de la "plata dulce", y no caemos en la cuenta de que vamos derecho hacia una nueva catástrofe? Digo, me pregunto.)

No obstante, algunos técnicos aseguran que los problemas con la electricidad son causa de la falta de inversión de los últimos años: las empresas no invirtieron como es debido en las instalaciones ni en la infraestructura del sistema. (Ahora, para girar al exterior sus ganancias, eso lo hicieron con presteza y eficiencia admirables, en particular durante el nefasto emirato ladrón)

En otros términos: los cortes no son otra cosa que consecuencias remotas del país que los argentinos decidieron votar en un determinado momento.

Se equivocaron.

Se equivocan.

Las cosas no ocurren porque sí.

Me cago en los argentinos.

Improviso.

Digo.

Con todo respeto.