Decían: “Por algo será”.
Pensaban: “Con los militares estamos mejor”.
Tenemos televisor nuevo.
Es a color.
Es importado.
“Déme dos”, decían.
También tenemos seguridad.
Vivimos tranquilos.
Las casas sin rejas.
“Por algo será que se llevaron a mi vecino”
Yo, argentino.
Más tarde subió la democracia,
eso de votar un domingo.
Y entonces
consintieron,
apoyaron,
votaron,
la destrucción del estado,
la desregulación financiera,
la apertura económica,
la flexibilización laboral,
el endeudamiento externo,
todo lo que los milicos habían soñado
y no habían podido concretar.
Votaron,
en definitiva,
consintieron,
tácita
o explícitamente,
mientras reían de las monigotadas
del emir ladrón.
Del lector de Sócrates
y las novelas de Borges.
“Déme dos”, volvieron a decir.
Quiero mi licuadora.
Mi nuevo televisor a color.
Poco les importaba lo que ocurría con los más pobres.
Con los pibes sin niñez,
sin educación,
sin familia,
sin proteínas que ayuden a pensar.
Sólo les importaba su autito en cuotas.
Sus ahorritos perdidos.
Encima ahora los muy turros también quieren seguridad.
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