Me vinieron a la memoria dos días.
Uno, radiante, aquel 10 de diciembre de 1983, acaso el día más feliz de mi vida, cuando todo sonaba a esperanza, cuando pudimos al fin respirar después de soportar la asfixia en la garganta.
Yo era apenas un pibe.
El otro, en febrero de 1989, cuando volví del trabajo cansado y me encontré con que el dólar se había disparado a las nubes.
El gobierno de Alfonsín demostró, como pocos, cuán difícil será construir un país más justo y qué duros intereses deberán ser vencidos para lograrlo.
Foto: Fuente Wikipedia
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