jueves, 21 de octubre de 2010

El mensajero infiel (o El ocaso del periodismo)


Una vieja teoría sostiene que los periodistas somos una suerte de “mensajeros” que reciben una información y la reenvían a un receptor de un modo neutro y aséptico. Según esta idea, los periodistas transmitirían limpiamente “lo que sucede” para que el público “se informe”.

No faltan los comunicadores que aún hoy defienden esta ingenua tesis.

No obstante, a poco de echarle un vistazo profundo, comprobamos que no resiste el más mínimo juicio crítico.

Desde el momento en que un periodista selecciona qué noticia va a dar y cómo la va a presentar, deja de ser un simple mensajero. La propia visión del periodista “altera” la información, ajustándola a esa misma visión.

Si un mensajero reparte sus cartas, lo mínimo que podemos pedirle es que lo haga de modo honesto. Si un cartero decide abrir las cartas, alterar su contenido, o directamente no repartir las que no le gustan, ¿qué diríamos de ese “mensajero”?

Diríamos que no es honesto o que no está haciendo bien su trabajo.

Sin embargo, los periodistas -de un modo figurado, desde luego-, reescribimos esas cartas y alteramos su contenido. Las presentamos al público según nuestra visión o nuestro interés. De algún modo, nos parecemos más a ese cartero infiel que a un mensajero aséptico.

¿Y qué tiene de malo respetar lo que pensamos para hacer las noticias?

Pues nada.

Pero una cosa es presentar “lo que ocurre” de un modo honesto y acorde nuestra cosmovisión, y otra muy distinta es hacer que pase lo que me conviene que debe pasar.

Son dos cosas muy distintas.

Lo primero está aún dentro del periodismo, ese género literario en vías de extinción.

Lo segundo es otra cosa, que quizá aún no tiene nombre.

6 comentarios:

Daniel Mercado dijo...

De acuerdo contigo. Pero también está la alternativa de ser claro con que se presenta UN punto de vista determinado, advertirlo y poner sobre aviso acerca de posibles otras interpretaciones. Un error común es que para hacerse creíbles algunos medios o periodistas presenten sus noticias como la última verdad.

aristideseljusto dijo...

Es verdad. El problema es que el periodismo se presenta como "independiente" cuando no lo es. Son empresas de medios que tienen un criterio de rentabilidad igual que cualquier otra empresa.

Daniel Mercado dijo...

El periodismo, como el resto de las ocupaciones de opinión, necesariamente son independientes, coincido contigo. Si se advirtiera de alguna manera que se trata de un punto de vista, con las posibilidades de "infidelidad" que señalas, quizás sería más honesto.

aristideseljusto dijo...

He ahí el problema. Muchos medios se presentan como "independientes" cuando no lo son. Esa hipocresía les hace perder toda credibilidad.

una dijo...

Lo bueno es que de a poco se corre el velo que tapa la dependencia de los medios "independientes".
Brindo por ello.

Saludos.

Daniel que no fue al Mercado dijo...

¿Quién confunde sinceridad con objetividad? Los que se consideran periodistas profesionales son una calamidad, el problema, al parecer, es que estos periodistas han dejado de salir de las filas de las artes liberales, se quedan hoy con un Foucault mal digerido, hablan de sí mismos y no cumplen los objetivos de la profesión que abrazan. ¿Quién ignora que jerarquizar la información es parte de su labor? Eso no es un rasgo de infidelidad, sino parte integral de su quehacer, señores. ¿Fue M. Vicent el que los convenció de que el periodismo es un género literario? Cultiven el género periodístico que más les guste, pero no se hagan los literatos si son meros periodistas, y por favor déjense de mirarse el ombligo.