miércoles, 30 de abril de 2008

El tren bala y el subdesarrollo


Casi desde su invención, el tren ha sido sinónimo del progreso. Allí donde avanzaba el tren, allí avanzaba “la civilización”. No faltaron, allá por los albores del siglo XIX, quienes saboteaban el tendido de las vías, como una suerte de luditas anti-progreso.
En otras palabras: sabotear al tren era entonces sabotear a la “modernidad”.
En nuestro país, el tren creció con el modelo agro-exportador. Los ingleses vinieron y tendieron sus vías –que confluían desde las provincias hacia el puerto de Buenos Aires-, para llevarse nuestro trigo a ultramar. Todavía hoy, cerca de mi casa, en las vías del ex ferrocarril San Martín, hay un puente de hierro con un cartel que dice “Compañía Británica de Construcciones”.
Cuando Perón nacionalizó los trenes –que según se dice, los ingleses “se querían sacar de encima”-, se lo mostró como un acto de “soberanía nacional”.
Después llegó el emirato ladrón –de origen peronista-, y levantó las vías gracias al tristemente célebre “ramal que para, ramal que cierra”: cientos de pueblos del interior “desaparecieron” al desaparecer el tren que les había dado sentido.
Hoy, otro gobierno peronista planea la construcción de un “tren bala”. Iría de Buenos Aires a Córdoba y Rosario, a una velocidad de 300 kilómetros por hora. Su costo: 3.900 millones de dólares, un dinero que alcanzaría para arreglar el patético sistema ferroviario actual, por el que miles de usuarios viajan como ganado al matadero.
La presidenta Kirchner aseguró que la compra “llave en mano” del tren –de tecnología francesa-, será “un salto a la modernidad”.
¿Es esto avanzar hacia el desarrollo?
Un país avanza hacia el desarrollo cuando eleva el nivel de vida su población mediante un fuerte gasto en educación, salud y ciencia; cuando invierte en gasto social gracias a una recaudación aportada por un sistema tributario progresivo; cuando vincula fuertemente el sistema educativo-científico-tecnológico al aparato productivo, y genera valor agregado a su producción a través de la innovación tecnológica. Y luego de todo eso, cuando sus ingenieros y técnicos diseñan, construyen y tienden un tren bala de fabricación nacional.
Esto es un “salto a la modernidad”.
Difícilmente un país salte a la modernidad si padece un sistema tributario regresivo; o un aparato productivo que produce bienes de bajo valor agregado; o un sistema educativo-científico-tecnológico paupérrimo. Difícilmente un país salte a la modernidad comprando un tren bala diseñado por técnicos de otros países, mientras su sistema ferroviario se viene abajo.
Esto no es un “salto a la modernidad”. Esto es modernizar el atraso.
Esto es, en definitiva, ni más ni menos que subdesarrollo.


7 comentarios:

aristideseljusto dijo...

Va a estar el "tren bala", a 300 km/h. Y el "tren vela", que se queda a medio camino o descarrila...

Pájaro Que Da Cuerda dijo...

¡Shinkansen para todos!

Daniel Mercado dijo...

Interesante el tema en cuanto la definición o concepto de progreso que se tenga está en juego. ¿Es sólo la introducción de tecnología moderna o debería ser la generación de condiciones de bienestar para la población en necesidades más urgentes?

aristideseljusto dijo...

Exacto. Son las dos cosas. Es por eso que el "desarrollismo" se quedó a medio camino. Sólo la introducción de tecnología "desde afuera" no alcanza para generar desarrollo, que es un cambio sustancial en la estructura social.

celebrador dijo...

Sospecho que la tecnología japones ofrecería un coste menor
En España en su momento así fue, y nuestros políticos se decantaron también aquí por la apuesta francesa (con un premio de consolación a los alemanes en forma de un jugoso contrato de locomotoras), por razones que todos "sospechamos"

Por cierto, las sabrosísimas comisiones no llevaron a nadie a la carcel

mariano scovenna dijo...

a los argentinos nunca nos gustó ser subdesarrolados, por eso andamos a los saltos. muy buena reflexión, interesante blog

aristideseljusto dijo...

Gracias nano Canalla por tus palabras!