lunes, 14 de mayo de 2007

El país de la (des) memoria



Los científicos aseguran que los humanos poseemos dos tipos básicos de memoria: la memoria de largo plazo, que nos permite recordar hechos del pasado lejano; y la memoria de corto plazo, que nos provee de información sobre lo que ha ocurrido recientemente.

Las personas que tienen algún problema neurológico –como el Mal de Alzheimer, por caso-, pueden perder una de estas memorias, como la de corto plazo. Así, son capaces de recordar un hecho ocurrido en la infancia, pero no saben dónde han dejado el vaso con el que acaban de tomar una aspirina.

Sospecho que los argentinos tenemos un problema similar al citado: misteriosamente, no recordamos lo que ha ocurrido hasta hace muy, muy poco tiempo.

Los invito a rememorar.

Hace cuatro o cinco años, el país era pura convulsión. Había protestas, marchas, piquetes y asambleas populares. Los ahorristas pateaban las puertas de los bancos y se cortaban calles y rutas. Se cantaba “piquete y cacerola, la lucha es una sola” o “que se vayan todos” o consignas similares. En las elecciones previstas para marzo de 2002, Luis Zamora era uno de los principales candidatos al triunfo.

En otras palabras: el país era una olla a punto de estallar.

¿Qué quedó de aquello? Virtualmente nada.

Bastó para que la economía rebotara tras la crisis, bastó para que los que protestaban sintieran sus bolsillos algo más repletos, para que toda esa convulsión se olvidara misteriosamente.

Nada existió. Todo pasó. O todo pasa, como diría Julio Grondona, el prototípico presidente de la AFA. Todo desapareció en el pasado. La crisis, la pobreza, los piqueteros. Sólo queda –acaso-, la “inseguridad” como vestigio de aquel desaguisado monumental.

Perdimos la memoria de lo pasado.

Las causas que dieron origen a aquella crisis, ya no existen (¿no existen?). Parece que la convulsión de 2001/2002 ocurrió en el siglo anterior, o hace milenios. O no ocurrió.

Es más.

La década infame del menemismo tampoco existió. Fue, indudablemente, en el siglo pasado, pero parece que hubiera transcurrido antes de Cristo.

Todo se olvida.

Todo pasa.

Las personas que votaban al Emir ladrón para poder pagar el auto en cuotas no viven aún entre nosotros. No sabemos quiénes fueron esos extraños antepasados nuestros, parientes acaso de los monos.

El voto a la Rata de Anillaco nada tiene que ver con los hospitales que carecen de insumos o las escuelas con los techos agujereados o los trenes que parecen cafeteras destartaladas.

¿Qué tiene que ver, señor, el pasado reciente con nuestro pobre presente?

¡Nada! Por supuesto.

Todo es olvidado con una rapidez propia de los niños. O de los enfermos.

Ya está.

Ya pasó.

Nuestra pobre memoria selectiva borra todo aquello que no nos conviene. La crisis no existió, y por lo tanto, nuestra responsabilidad en el surgimiento de aquella crisis, tampoco.

Nadie fue.

Aquí no ha pasado nada.

Memoria corta, país con Mal de Alzheimer, todo lo malo que ocurrió no ocurrió.

¿Cómo? ¿No se enteraron?

No obstante, sospecho que caminamos de nuevo hacia una nueva crisis. Es más: me atrevería a decir que la crisis es nuestro estado normal, y que las relativas prosperidades (vg. la “estabilidad” de la convertibilidad) son lo extraño, lo anómalo.

Ahora, alegremente, estamos sembrando la futura crisis con nuestra misteriosa desmemoria: la desmemoria es lo que media entre dos de nuestras crisis.

No aprendemos más.

Olvidamos que tropezamos con una piedra, y entonces volveremos a tropezar con ella, y entonces manifestaremos la estúpida sorpresa que siempre manifestamos cuando caemos en crisis.

¿Cómo pasó esto? ¿Quién tiene la culpa? De seguro que nosotros no. La culpa es de los políticos, del FMI o del clima, pero nunca es nuestra.

Nada ocurrió. Estamos de nuevo en el Primer Mundo. ¿No lo sabían? Todos aquí tenemos teléfono celular, señor. ¿Crisis? ¿Cuál crisis? El país nada en la prosperidad sojera (aunque, claro, es mucho más injusto que hace treinta años)

Aquí no ha pasado nada.

¿El trueque? ¿Qué es eso, señor?

No lo recuerdo.

2 comentarios:

Clo dijo...

joven, no es que no me agrade su especio, me muevo con menos tiempos que antes...uff!
Y USTED NO ES BREVE, debe pensar en los excasos de tiempo. que fea actitud, que fea actitud jeje
besitos y perdón. ya podré dedicarme a sus escritos, si?
un abrazo.

aristideseljusto dijo...

No se haga problema, Clo, no tengo ningún apuro...
Lo que pasa es que aristides y peregrino son muy distintos. Uno es muy denso y el otro tan breve...

Beso!!!

PD. Gracias por lo de joven!!! Jajajajaj!!!!!!!