jueves, 29 de julio de 2010

Hasta aquí llegamos


Cansado de tirarle piedras a la Luna.

Espantado ante la inmundicia con la que se bastardea la profesión periodística.

Harto del triunfo absoluto de la mediocridad, este cronista hace un alto en la huella.

Hasta aquí llegamos, amigos.

Me impongo una suerte de ostracismo, como lo hiciera Arístides.

Quiere el destino que sea el mismo día en que Favaloro –esa otra versión aristidiana-, se pegara un tiro en el corazón, hace ya diez años.

Vaya a modo de homenaje.

This is the end.



2 comentarios:

Daniel que no fue al Mercado dijo...

Mmm... el descrédito del periodismo, según mi modesta opinión, acompaña a la falta de información que podría servir al descrédito de los demás (empresarios, políticos, o bien colegas ¿por qué no?). Algunos periodistas "se acreditan" justamente "desacreditando", es decir, denunciando, publicando información fundada que pueda implicar el descrédito de los demás: el escarnio público, la pérdida de popularidad de algún político, o bien (muy contadas veces) la cárcel. A veces nadie parece sentir el tufillo a corrupción y hace falta que un periodista destape la olla.

Rafael Lopez dijo...

Si no hay Dios se pierde la esperanza! Sin esperanza se desvanece la realidad. Entonces, sin realidad no vale la pena vivir! ¿Vivir que? ¿Una ilusion? Mundo loco!