Me evocó a Guernica.
Ví las fotos de Gaza en ruinas y leí los testimonios de los sobrevivientes. Ellos hablaban de cuerpos desmembrados, cortados.
Torsos, piernas, manos.
Como en Guernica.
Pero ahora Obama ya asumió, y con él la esperanza de un cambio.
¿Podrá?
¿Querrá?
¿Lo dejarán?
Israel ya se retiró de Gaza. Ya implantó el terror en los palestinos. Ya hizo tronar el escarmiento.
El saldo: 1200 muertos, la mayoría civiles, más de 400 de ellos niños. Unos 5 mil heridos, muchos de ellos mutilados.
Porque digámoslo sin tapujos: lo que hizo Israel en la Franja de Gaza es un crimen de guerra.
Es un crimen de guerra, lo repito para que lo entiendan bien.
Así de simple.
Bombardear población civil indefensa con aviones F16, con artillería pesada, con misiles lanzados desde barcos, digo, bombardear población civil con la excusa de eliminar blancos terroristas es un crimen de guerra.
No hay discusión posible, aunque esgriman ahora la miserable teoría de los daños colaterales.
O la de los dos demonios.
La noticia se olvidará, se perderá subsumida por otras noticias.
Pero no debemos olvidarnos de esto.
Bombas que destrozan cuerpos.
Torsos, manos, piernas.
Horror.
Niños muertos.
Niños aterrados, futuros terroristas, acaso.
Manos.
Piernas.
Como en Guernica.
1 comentario:
Comprobé que no soy ni el único ni el primero que comparó el caso de Gaza con Guernica. No ha de ser casualidad.
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