Quiero decir:
uno se da cuenta de que ya no está en
onda con los adolescentes, por la sencilla razón de que ha dejado de ser uno de ellos desde hace
rato.
No entender lo
que hablan los chicos es el primer síntoma de nuestra prematura madurez: ya no
podemos seguir sus conversaciones sin caer en insólitas lagunas de comprensión.
¿De qué hablan
estos pendejos del orto?
Hace poco me
ocurrió un hecho de estas características.
Véase.
Estaba en una
fiesta familiar, cuando escuché la conversación de unas sobrinitas mías. Hacía
mucho que no las veía (eran niñas entonces) pero ahora ya estaban bastante
creciditas las nenas...
Una le decía a
la otra.
-Ay, pero,
nada, me da paja hablar con ese pibe,
es un pene…
¿Cómo?, me
dije indignado.
“Paja”,
“pene”, ¿qué clase de cosas groseras dicen estas chicas? ¡Qué barbaridad! ¿Eso
aprenden en la escuela?
Me acerqué y
les recriminé el lenguaje:
-¿A vos te
parece decir esas cosas, nena? –increpé-. Te voy a dar un schiaffo en la boca, eh, así.
Y le hice el
ademán de darle un golpe de revés en los labios, como hacían nuestras abuelas...
Las chicas me
miraron atónitas.
-Pero, ¿de qué
hablás, tio? ¿Estás bien?, estás re pene
hoy…
Ahí fue donde
caí que “paja”, “pene” y palabras afines significan otras cosas para los chicos de ahora…
Intentando
solucionar mi torpeza, me excusé:
-Ah, no,
entendí mal, todo bien, re pene, si, todo paja, re paja, viste…
-¿Estás
medicado, tio? –me preguntaron las chicas, irónicas.
-¡Todo paja! –agregué absurdo. Y me alejé
huyendo…
Mi prima, mamá
de las niñas, me aclaró que esas palabras son usadas de otro modo por los adolescentes actuales. Decir que algo les da
“paja” es que les da fiaca, o similar. Nada tiene que ver con el onanismo. Y que
un chico sea “pene”, será porque es medio tonto, o algo así, no necesariamente es
una alusión al órgano sexual masculino.
Imagínense.
Paja.
Pene.
Para mi, dos
“malas palabras”.
Cuando yo era
chico e iba a la escuela primaria (gobernaban todavía los milicos, nótese)
decir esas palabras equivalía a ser considerado un maleducado y un grosero
imperdonable.
Imagínense si
yo entraba al colegio, a las siete de la matina, y saludaba al viejo portero
del siguiente modo:
-¿Cómo anda,
Don Cosme?
-¿Cómo te va,
nene? –respondía el viejo portero.
-¿Tiene paja hoy, o está medio pene?
¡¡¡Me echaban
de la escuela!!!
Sucede que las
palabras mutan con el tiempo, y lo que otrora querían decir ya no tiene vigencia
o ha mutado en su significado.
Por caso, la
palabra “chabón”.
Antaño, chabón
(o “chambón” o “boncha”) equivalía a ser un tonto o un idiota. Por eso el tango
dice “pagando como un chabón”.
Pero con el
tiempo, chabón pasó a significar “muchacho” o “pibe”.
“Qué hacés,
chabón”, se dice sin que nadie se sienta ofendido por el término.
Otro tanto
sucede con la palabra “boludo”. Boludo es un claro insulto. Llamarle a alguien boludo aún significa una agresión
verbal.
Sin embargo,
se ha generalizado tanto su uso, que el “boludo” acompaña casi cualquier frase
dicha por los adolescentes.
“¿Qué hacés,
boludo?”
“Bien, boludo.
¿Y vos, boludo?”, es la típica conversación entre dos jóvenes que no están
agrediéndose en lo más mínimo, sino mas bien saludándose afectuosamente.
(Las chicas,
por su parte, dicen “boluda” cada tres términos).
Es que las
palabras cambian con el tiempo su significado, mas no su significante (¿O era
al revés..?).
Por eso, cuando
no comprendemos a los jóvenes, en ese instante, es cuando caemos en la cuenta
de que nos estamos poniendo viejos. Y
el hecho se comprueba fehacientemente cuando agregamos:
“¡Qué juventud perdida!”
Y ahí si, ahí
si que estamos en el horno.
2 comentarios:
No desesperes, Darío. Acordate que el habla es más dinámica que la lengua. A mí, en todo caso, no me preocupa eso sino la pérdida de la palabra como partícula integradora de conceptos, es decir, el empobrecimiento del lenguaje. Y no por una cuestión "cultista" sino porque al empobrecerse el lenguaje se van apagando también las ideas, las visiones del mundo, la cultura en general. Y no se es viejo por querer preservar quizás la única herencia válida de la humanidad.
Luis, de Suspendelviaje
Hola, Luis! Bienvenido a este humilde blog!
Y, es cierto. El empobrecimiento del lenguaje es empobrecimiento de las ideas y el pensamiento. Y eso es funcional a la injusticia.
Abrazo!!
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