Mañana por la mañana, cuando usted se levante para desayunar sus habituales medialunas, o su café con leche o su tecito con galletitas, cerca de mil millones de personas como usted se levantarán en todo el mundo y no tendrán nada para comer.
Nada.
Usted desarrollará su día de trabajo y volverá a su casa para cenar, y luego se irá a dormir. Al mismo tiempo, esas mil millones de personas también se irán a la cama, pero luego de un día de no haber comido virtualmente nada.
Nada.
Según un informe de la FAO, las personas hambrientas o subalimentadas en el mundo ya superan las 925 millones.
Y van en aumento.
Son personas que, literalmente, se mueren de hambre o desnutrición.
No es una metáfora: son hambrientos de verdad.
La mayoría de esas personas viven en países en extremo pobres (51 millones en Latinoamérica, según los datos de la FAO) países que, al fin de cuentas, también forman parte del capitalismo.
Si: los pobres también son parte del sistema.
Porque esos países son pobres no porque “no les ha llegado” el capitalismo -como nos quieren hacer creer-, sino porque les ha llegado de manera torcida.
Son países subdesarrollados.
Y los países subdesarrollados existen porque existen otros países que son desarrollados, y viceversa.
En otros términos: el capitalismo es una estructura mundial que se basa en la necesaria desigualdad de las partes que lo componen.
Porque los países pobres son pobres porque hay países ricos, que a menudo los han explotado por siglos, quitándoles sus materias primas.
Desarrollo y subdesarrollo, así, no son fenómenos contrapuestos, sino dos caras de una misma moneda.
De modo que los pobres en el mundo no son una consecuencia no deseada del sistema: son parte del sistema.
Porque, ¿qué sucedería si esos mil millones de hambrientos pasasen, por un golpe mágico, a consumir como un estadounidense promedio? ¿Si de buenas a primeras los pobres consumieran tanta energía, materias primas, y causasen la misma contaminación que un estadounidense o un europeo promedio?
ESO NO PASARÍA: el sistema mismo colapsaría y la Tierra no podría sostener semejante consumo.
Es muy simple: para que algunos sobreconsuman, millones deben subconsumir.
La persistencia del sistema depende de la desigualdad.
Entonces: los pobres son pobres precisamente por pertenecer al capitalismo.
Insisto: los pobres en el mundo no son una consecuencia no deseada del sistema.
Son parte del sistema.
De un sistema que primero salva a los bancos, antes que a los hambrientos.
3 comentarios:
Yo estoy felíz festejando este crak, realmente tengo esperanzas y juro que no soy trosca , no creo que puedan salvarlo, no no, estos son los últimos escozores, tengamos fe amigo,tal vez muramos en el camino pero tenga feeeeeeeeeeeeeeeeee.
Perdón estertores quice decir...
Je, yo también soy de esos que estamos celebrando íntimamente este "colapso global"... Pero mucho me temo que terminaremos pagando nosotros los platos rotos, como siempreeeeee....aaaaaaaahhhhhhh.....
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