Alumnos que le prenden fuego el pelo a su profesora y le ponen un condón en la cabeza; alumnos que manosean a otra profesora y filman todo alegremente; escuelas a las que se les caen los techos o que no tienen gas en pleno invierno; escuelas en donde los alumnos tienen que alternarse para poder estudiar porque no están completas las instalaciones.
Noticias como estas ya forman parte del paisaje decadente de nuestro país.
Según un estudio de la Unesco, la Argentina bajó del segundo al sexto lugar en Latinoamérica en cuanto a rendimiento escolar. Hace diez años, sólo nos superaba Cuba. Ahora nos empiezan a pasar todos los demás países.
Un informe emitido por TN demostró que los niños que se alimentaron mal durante la crisis de 2001/2002 tienen ahora dificultades de aprendizaje o bajo desempeño en la escuela.
Comer mal te impide pensar.
Ya en 1999, la Unicef había hecho un estudio con chicos pobres del conurbano bonaerense y el Gran Rosario. Los resultados fueron aterradores: el 40% de esos niños padecía una suerte de retraso mental, leve en muchos casos, pero retraso mental y madurativo al fin. Las causas no eran otras que la mala alimentación y la falta de estímulos cognitivos adecuados.
Esos niños –que entonces tenían sólo cinco años-, deben ser ahora adolescentes pobres que abandonaron sus estudios, pequeños delincuentes o internados en hogares de menores.
La subeducación garantiza el subdesarrollo y reproduce la pobreza hasta el infinito.
Dicho de una manera más vulgar: que una buena parte de la población sea estúpida es un eficaz mecanismo para que los ricos sigan siendo ricos.
Para que unos pocos tengan mucho, es menester que muchos tengan poco.
De modo que el hecho de que los alumnos tengan bajo desempeño o que a las escuelas se les caigan los techos no es una casualidad o una consecuencia no deseada por el sistema. Es una condición necesaria y suficiente para que nada cambie. Para garantizar el statu quo aún dentro de un marco formal de “democracia”. Para que en las elecciones gane siempre el peronismo o sus variantes clientelares que viven de la pobreza, a la que perpetúan.
5 comentarios:
Total mente de a cuerdo.
Saludos
Creí que ya lo había hecho pero no, ahora lo linkeé, tarde pero seguro ;)
Peregrino... La Argentina pareciera ser un país excepcional... no sólo del mundo, también dentro de Latinoamérica... ¿Será?
No creo que la mala alimentación sea producto de la pobreza (o de la riqueza de algunos). Me parece, más bien, una mala "educación" alimenticia.
Esos adolescentes que hoy hacen lo que hacen, igual, tienen celulares (esos que usted rechaza y q pronto aceptará) costosos... Tienen acceso a Internet... Van a la escuela... ¿Son pobres o se hacen?
Saludos.
Fede
Fascista!
Y la otra cara de la misma moneda e igualmente real:
Cuando el número de licenciados en la Universidad se dispara, el valor de su licenciatura cae en picado
No digo que eso sea malo, solo digo que es exactamente así
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