La pregunta
remanida tras cada puta elección siempre es la misma: ¿cuándo la izquierda se va a presentar unida?
Dicho de otro
modo.
¿Cuándo los
partidos que dicen representar a la
izquierda –y por ende, a miles de personas que en muchos casos no los
votan-, van a abandonar su estúpida e inveterada atomización?
¿Cuándo
dejarán de lado los dogmatismos, personalismos, partidismos y demás ismos, en aras de encolumnarse tras
tres, cuatro o cinco conceptos centrales
que toda izquierda –aquí, en cualquier parte del mundo y acaso en la
Vía Láctea-, debe compartir? ¿Cuándo
comprenderán que a menudo suelen dar pena con sus propuestas inútiles que no
convencen ni siquiera a los convencidos?
Hasta los más
rancios teóricos de la derecha admiten que una izquierda activa es siempre útil para la buena salud del sistema político de cualquier país.
¿Entenderán
que a este paso nunca van a gobernar ni un club de barrio? ¿Será el destino manifiesto
de la izquierda no acceder jamás a gobierno alguno? ¿Será que –el día que pueda
ganar una hipotética izquierda-, se acaban las elecciones y la famosa democracia?
No lo se.
Pero constato
un hecho esperanzador: hay mucha más gente de
izquierda de lo que creemos. Se los aseguro. Hay gente que es de izquierda y no lo sabe. Los partidos de
izquierda, parece, tampoco.
2 comentarios:
Fui de izquierda la vida entera así que conozco el paño. Hay un purismo insoportable en la autodenominada izquierda. Revolción o muerte. Opresores y oprimidos. Blanco y negro. No hay grises ni matices. La historia, por lo visto, es batante más compleja. Estoy de acuerdo con todo lo que decís. La pregunta es la misma que se hizo Lenin una vez. ¿Qué hacer entonces?
Abrazo,
Luis
Hola, Luis, gracias por pasarte por aquí!
Supongo que las grandes consignas tenían sentido en un momento. Hoy no se. Me pregunto si se puede hacer una revolución de a poquito.
Abrazo!!
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