
Pero yo no soy
el Padre Brown –ni Chesterton-, y estoy decididamente harto de los ruidos de
mis vecinos de arriba. Golpes, pisadas, corridas de muebles a deshoras, toda su
molesta actividad atenta contra mi descanso y calma.
Efectivamente,
el crimen se va a cometer en el piso superior a mi departamento, cuando hastiado
agarre una Itaka y transforme a Chesterton en una película de Sam Peckinpah.