domingo, 17 de marzo de 2013

Exclusivo: las futuras medidas revolucionarias del papa Francisco


Y se viene nomás la Revolución Franciscana en la Iglesia. El nuevo Papa Bergoglio ya anticipó medidas que darán un giro copernicano a la visión del catolicismo en el mundo.
Este medio ha tenido acceso a los documentos que Francisco emitirá en breve. Y sólo nosotros podemos dar la primicia. En exclusiva, he aquí algunos de los puntos fundamentales de la Nueva Doctrina de nuestro Santo Padre argentino.

-Se vende el Vaticano
Lo dijo Francisco: la Iglesia hará opción por los excluidos, como lo hiciera nuestro bienamado San Francisco de Asís. El nuevo Papa anunciará la venta o concesión del predio del Vaticano para recaudar un colosal dinero (imagínense lo que vale la Capilla Sixtina) que será donado a los pobres y a las naciones subdesarrolladas. Francisco, fiel a sus costumbres de humildad, pasará a vivir en una modesta pensión del bajo romano.

-El fin del celibato y la apertura sexual.
Para evitar los alarmantes casos de pedofilia que afectan a la curia, Francisco anunciará que los sacerdotes católicos podrán casarse y tener hijos, como ocurre en otros credos cristianos. Pero el nuevo Papa irá por más: en breve, anunciará el matrimonio igualitario entre curas y obispos.

-El protagonismo de la mujer y las minorías
Francisco, el papa de los oprimidos, también bregará por el rol de la mujer en la Iglesia. Se permitirá que las monjas accedan a cargos de mayor jerarquía eclesiástica, y pronto habrá obispas y monseñoras.
La Santa Sede también se abrirá a las minorías de todo tipo. De modo que en un futuro, quién lo sabe, podrá se electa una papisa negra, judía y lesbiana. Es el deseo de Francisco.

-Se revisará la cosmovisión de la Iglesia
Francisco anunciará que la Iglesia abandonará las absurdas teorías creacionistas y abrazará las ideas evolutivas de Darwin, quien será entronizado como santo, San Charles Darwin.
El nuevo Papa seguirá la línea de Juan Pablo II, quien había afirmado alguna vez que el comunismo tenía “semillas de verdad”. Por consiguiente, la Iglesia adoptará al marxismo como nueva doctrina y El Capital será incluido en el Index de los Libros Canónicos.

En fin, estos son algunos de los postulados “revolucionarios” que sostendrá Francisco, nuestro amado y renovador Papa argentino.
Que Dios se lo pague.
Amén.

jueves, 14 de marzo de 2013

No creo en los Saulos de Tarso


Saulo de Tarso era un rabino judío que perseguía con particular celo a los primeros cristianos, por entonces apenas una pequeña secta judeo-mesiánica.
Se cree que no conoció en persona a Jesús y que llegó hasta el extremo de ejercer violencia física contra los seguidores del Nazareno.
Pero un día, durante una peregrinación a Siria, Saulo tuvo una visión reveladora. Algunos creen que fue por un golpe en la cabeza; otros, por un ataque de epilepsia. Sea como fuere, a Saulo el perseguidor se le apareció el mismísimo Jesús, quien con voz admonitoria le intimó:
-¿Por qué me persigues, Saulo?
Acto seguido, Saulo se convirtió en San Pablo, el Apostol, principal difusor de la forma de cristianismo que nos rige hasta la actualidad.
Permítaseme ser escéptico: no creo en los Saulos de Tarso.
La designación de Jorge Mario Bergoglio como Papa nada cambiara en las vetustas estructuras de la Iglesia, salvo algún previsible maquillaje “progresista”.
Porque por estos pagos sabemos bien quién es Bergoglio. Es el mismo que fue recomendado en su cargo por su antecesor Quarracino (¿se acuerdan del insigne Quarracino?). Es el mismo que se opuso al matrimonio igualitario y a otras formas de progreso en la sociedad civil. Cosas del demonio, dijo entonces. Es el mismo que, en cada homilía, emitía una caterva de lugares comunes y frases altisonantes, que me recordaban más al mártir Peperino Pómoro que a un reformista crítico.
Porque nada cambiará en la sacrosanta Iglesia y se seguirán tapando sus chanchullos económicos y sus escandaletes de pedofilia.
Porque Bergoglio está mas cerca de Saulo que de San Pablo.


lunes, 4 de marzo de 2013

Cerebros


El 85 por ciento del cerebro de una persona se desarrolla en los primeros 5 años de vida, me dice un comercial de una leche infantil. Y una beba divina (Sol, de 2 años) nos demuestra las virtudes de recibir estímulos cognitivos a tan temprana edad.
-¡Amarilloooo…! –dice Sol, que ya reconoce los colores con total facilidad.
Reitero: el 85 por ciento del cerebro de una persona se desarrolla en los primeros 5 años de vida.
El 85 por ciento.
Y entonces, por default, uno se pregunta qué pasa con los chicos que no tienen la suerte de Sol. Qué pasa con el cerebro de los chicos que no reciben el alimento ni el estímulo cognitivo adecuado durante esos primeros y vitales 5 años de vida.
La respuesta no es muy difícil de deducir: pues no desarrollarán todas sus capacidades mentales ni psíquicas.
Sus cerebros no funcionarán al ciento por ciento.
Serán chicos por debajo de la inteligencia media.
Serán niños subalimentados, adultos subnormales, países subdesarrollados.
Entonces, en una cadena causal de acontecimientos, esos chicos subalimentados tendrán problemas en la escuela, serán repetidores, burros, abandonarán la primaria, o con suerte, la secundaria. Según cifras oficiales, el 40 por ciento de los alumnos no termina la educación media.
Fuera del sistema educativo, caerán pronto en el mercado informal de trabajo, que los explotará sin piedad. Y cuando alcancen la adolescencia, sufrirán la tentación de desviarse de todos los caminos éticos y morales. Unos se hundirán en la droga y en la mala vida. (En la Argentina, casi un millón de chicos de entre 16 y 24 años no estudia ni trabaja, según datos oficiales)
Y otros -acaso un porcentaje bajo de ellos, pero significativo-, se inclinará al delito, un delito con rabia, con bronca. Y entonces saldrán a robar. Y saldrán de caño a matar. Y morirán bajo bala, o con mucha suerte terminarán presos.
Terminarán en el sistema penal, que sólo encarcela a los pobres y reproduce la pobreza y el delito. “La Ley fue hecha para ser aplicada contra aquellos a quienes su miseria les impide el respetarla”, dijera Bertolt Brecht.
Y entonces se hablará de la “inseguridad”, del aumento del delito urbano. Se plantearán “soluciones” al problema, se pondrán rejas, guardias, armas, perros. Indignados ciudadanos que votaron la destrucción del Estado hablarán de aumentar las penas, de bajar la edad de imputación a los menores.
Se pondrá el carro delante de los caballos.
Pero nadie dirá que la inseguridad no nace de la ausencia de las leyes o de su presunta debilidad. Esto es como creer que el dolor de cabeza es producto de la falta de aspirinas.
La inseguridad no nace en las leyes, amigos: nace en la alimentación de los niños.