viernes, 21 de mayo de 2010

Qué festejamos

El 25 de mayo de 1810 es el día fundacional de nuestro país.

Pero, ¿qué recordamos cuando recordamos el 25 de mayo? ¿Qué celebramos este Bicentenario?

Recordamos que un grupo de criollos tomó el control del gobierno de Buenos Aires (esto es: la Revolución de Mayo fue un hecho eminentemente porteño) y se lo quitó al virrey de España, fundando así un nuevo (proyecto de) país, hasta entonces una colonia.

¿Es esto así?

La Revolución de Mayo fue efectivamente una movida audaz, incierta, compleja, mucho más compleja que aquello que nos enseñaran en el Billiken. Ni bien se echó a andar, la Revolución de Mayo manifestó en su seno elementos contradictorios: ¿qué clase de país pensaban hacer los primeros patriotas? ¿Qué modelo de país pensaron, por caso, Moreno y Belgrano, las dos cabezas de aquella Revolución?

Releyendo sus textos y sus opiniones, podemos concluir que aquellos próceres pensaron en un modelo de país sin privilegios, fundado en la producción, en la educación pública y técnica, y hasta en la industria (si, Belgrano hablaba de industria ya en ese tiempo). En síntesis: un modelo de país progresista, basado en el libremercado (lo que entonces era “revolucionario”, no debe olvidarse esto) y con capacidad de acción autónoma en el contexto internacional.

En otros términos: un modelo de país que mucho después se llamaría “desarrollado”.

Sin embargo, ¿qué modelo de país finalmente se impuso tras años de guerra de liberación y luchas internas?

Un país para unos pocos, basado en las ventajas comparativas estáticas del campo y dependiente de Inglaterra.

En otros términos: UN PAIS SUBDESARROLLADO.

¡Lo contrario a lo que soñaran Moreno y Belgrano!

Dicho de otro modo: el proyecto iniciático de la Revolución de Mayo fracasó o quedó abortado, y sólo en muy pocas ocasiones de nuestra historia se manifestaron elementos progresistas de gobierno.

La Revolución quedó trunca.

De algún modo, la Argentina es –casi desde su inicio-, un país inconcluso.

Acaso haya llegado la hora de terminar lo que se inició aquel 25 de mayo de 1810.