viernes, 30 de abril de 2010

Tremenda acusación contra Eduardo Galeano (o De cómo Eduardo Galeano arruinó mis finanzas)


Usted, señor Eduardo Galeano, es el culpable, como dice el bolero. Yo lo acuso con este dedo acusador: si no fuese por usted, yo no estaría –acaso-, escribiendo esto. Estaría -quizá, quién sabe-, en un estudio contable, o en un bufete de abogados, confortablemente sentado sobre mi fortuna personal.

Pero no.

Por culpa suya, señor Eduardo Galeano, yo me dediqué un día a escribir. O mejor dicho: terminé de decidir que quería escribir. Cuentos, opúsculos, lo que sea.

Y acabé estudiando periodismo, o algo parecido.

Y acá estoy, arruinado económicamente.

En la miseria más feliz.

Y todo por culpa suya.

jueves, 8 de abril de 2010

Los dilemas del progresismo


Hay quienes creen que el Gobierno es “progresista”.

Ha sido acaso el gran mérito del Ejecutivo: hacer creer esto a tirios y troyanos.

Entonces hay quienes detestan al Gobierno y lo acusan de “zurdo”, “montonero” u otros descalificativos despectivos.

Y entonces –a la inversa- hay quienes lo respaldan por su política de Derechos Humanos o por su asistencialismo.

No obstante, hay quienes descreen del presunto progresismo del Gobierno, pero han apoyado algunas de sus medidas (ley de medios, AFJP, etc.)

Un apoyo con sospechas y atado con alambre.

Hay quienes están en contra del Gobierno por el simple hecho de estar en contra del Gobierno, haga lo que haga y sea quien sea.

Un contrerismo autóctono y absurdo.

Hay quienes están a favor del Gobierno por oposición al menemato.

(Vean:

El menemato privatizaba; el kirchnerismo estatiza.

El menemato indultaba; el kirchnerismo baja el cuadrito de Videla.

El menemato “abría” la economía; el kircherismo estimula una burguesía aliada.)

El kirchnerismo ha sabido explotar esa dialéctica binaria con el menemato.

Por eso, hay quienes no comulgan con el Gobierno, pero creen que los otros (esto es, ese menjunje espantoso llamado “oposición”) son aún peor. Entonces prefieren lo malo conocido que lo muy malo conocido.

Hay quienes no tienen la menor idea de lo que está pasando.

Y finalmente, estamos los verdaderamente progresistas.