martes, 21 de julio de 2009

El principal problema de los países pobres no es la pobreza


Los países llamados “desarrollados” funcionan gracias a un simple principio social: los que más tienen, más aportan, de modo que no haya personas que no tengan nada.

Dicho de otro manera: los ricos “ceden” parte de sus ingresos para que en el país no haya pobres.

Es algo beneficioso para todos –incluso para los propios ricos-, y para la estabilidad misma del sistema.

Ese dinero que se recauda básicamente de los ricos es administrado por un estado fuerte que lo destina a las actividades más importantes que puede tener cualquier nación: salud, educación, jubilación, seguridad, etc.

El mecanismo fundamental para lograr este esquema social es un sistema tributario progresivo que se basa en impuestos a la riqueza. Mediante este esquema se logra un nivel de vida relativamente bueno para casi toda la población, y una sociedad estable y previsible.

(Desde luego que los países “desarrollados” distan de ser perfectos, y no están exentos de los conflictos que conlleva el propio capitalismo. Un buen ejemplo de ello es el de Islandia, un país de altísimo nivel de vida que se vio conmovido por la reciente crisis mundial)

Los países “subdesarrollados”, en cambio, padecen un esquema inverso: en ellos, los ricos se han convencido de que tienen derecho a preservar sus privilegios, y por ende, existen los pobres, el conflicto y la inestabilidad social.

En países como la Argentina, capaces de sostener teóricamente a una amplia población, la sola existencia de pobres implica –necesariamente-, que hay ricos.

En otros términos: si hay para todos, que haya muchos que no tienen nada es porque hay unos pocos que se quedan con más de lo que les corresponde.

Dicho de otro modo: en estos países, la existencia de los pobres es una inevitable consecuencia de la existencia de los ricos.

Simplificando más: Los pobres son una consecuencia de los ricos.

En los países subdesarrollados, el sistema tributario se basa en impuestos al consumo, que -en proporción-, gravan más a los que menos tienen. El sistema tributario de estos países es –entonces-, funcional a los que tienen más.

La primera medida que debiera tomar un gobierno “progresista” de un país subdesarrollado sería la de cambiar el sistema tributario para hacerlo más progresivo.

Conclusión: el principal problema de los países pobres no es la pobreza sino los ricos.

jueves, 16 de julio de 2009

La última carta de Favaloro




Simplemente, me pareció un deber moral publicarla. Es la carta-despedida del Doctor René Favaloro antes de su suicidio. Debe ser leída porque, trágica, explica un poco a este país de mierda.
Dice así:



Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular) se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces... Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La primera etapa en el Sanatorio Güemes, demostró que inmediatamente organizamos la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de post grado a todos los niveles.
Le dimos importancia también a la investigación clínica en donde participaron la mayoría de los miembros de nuestro grupo.

En lo asistencial exigimos de entrada un número de camas para los indigentes. Así, cientos de pacientes fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las más importantes de aquel entonces.
La relación con el sanatorio fue muy clara: los honorarios, provinieran de donde provinieran, eran de nosotros; la internación, del sanatorio (sin duda la mayor tajada).

Nosotros con los honorarios pagamos las residencias y las secretarias y nuestras entradas se distribuían entre los médicos proporcionalmente.

Nunca permití que se tocara un solo peso de los que no nos correspondía.

A pesar de que los directores aseguraban que no había retornos, yo conocía que sí los había. De vez en cuando, a pedido de su director, saludaba a los sindicalistas de turno, que agradecían nuestro trabajo.

Este era nuestro único contacto.

A mediados de la década del 70, comenzamos a organizar la Fundación. Primero con la ayuda de la Sedra, creamos el departamento de investigación básica que tanta satisfacción nos ha dado y luego la construcción del Instituto de Cardiología y cirugía cardiovascular.
Cuando entró en funciones, redacté los 10 mandamientos que debían sostenerse a rajatabla, basados en el lineamiento ético que siempre me ha acompañado.

La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología incorporada más la tarea de los profesionales seleccionados hizo que no nos faltara trabajo, pero debimos luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte de la tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los niveles sin límites de ninguna naturaleza). Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron ni mandan sus pacientes al Instituto.

¡Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los sindicalistas de turno!

Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente con el dinero de las obras sociales que corresponde a la atención médica.

Lo mismo ocurre con el PAMI. Esto lo pueden certificar los médicos de mi país que para sobrevivir deben aceptar participar del sistema implementado a lo largo y ancho de todo el país.

Valga un solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja deuda con nosotros, (creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente).

Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la corrupción del sistema (que se ha ido incrementando en estos últimos años) deberíamos tener 100 camas más. No daríamos abasto para atender toda la demanda.

El que quiera negar que todo esto es cierto que acepte que rija en la Argentina, el principio fundamental de la libre elección del médico, que terminaría con los acomodados de turno.

Los mismo ocurre con los pacientes privados (incluyendo los de la medicina prepaga) el médico que envía a estos pacientes por el famoso ana-ana , sabe, espera, recibir una jugosa participación del cirujano.

Hace muchísimos años debo escuchar aquello de que Favaloro no opera más! ¿De dónde proviene este infundio? Muy simple: el paciente es estudiado. Conclusión, su cardiólogo le dice que debe ser operado. El paciente acepta y expresa sus deseos de que yo lo opere. “Pero cómo, ¿usted no sabe que Favaloro no opera hace tiempo?”. “Yo le voy a recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe”. ¡El cirujano “de real valor” además de su capacidad profesional retornará al cardiólogo mandante un 50% de los honorarios!

Varios de esos pacientes han venido a mi consulta no obstante las “indicaciones” de su cardiólogo. “¿Doctor, usted sigue operando?” y una vez más debo explicar que sí, que lo sigo haciendo con el mismo entusiasmo y responsabilidad de siempre.
Muchos de estos cardiólogos, son de prestigio nacional e internacional.

Concurren a los Congresos del American College o de la American Heart y entonces sí, allí me brindan toda clase de felicitaciones y abrazos cada vez que debo exponer alguna “lecture” de significación. Así ocurrió cuando la de Paul D. White lecture en Dallas, decenas de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos con lágrimas en los ojos. Pero aquí, vuelven a insertarse en el “sistema” y el dinero es lo que más les interesa.

La corrupción ha alcanzado niveles que nunca pensé presenciar. Instituciones de prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con excelentes profesionales médicos, envían empleados bien entrenados que visitan a los médicos cardiólogos en sus consultorios. Allí les explican en detalles los mecanismos del retorno y los porcentajes que recibirán no solamente por la cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo (Holter eco, cámara y etc., etc.) los cateterismos, las angioplastias, etc. etc., están incluidos...

No es la única institución. Médicos de la Fundación me han mostrado las hojas que les dejan con todo muy bien explicado. ¡Llegado el caso, una vez el paciente operado, el mismo personal entrenado, visitará nuevamente al cardiólogo, explicará en detalle “la operación económica” y entregará el sobre correspondiente!

La situación actual de la Fundación es desesperante, millones de pesos a cobrar de tarea realizada, incluyendo pacientes de alto riesgo que no podemos rechazar. Es fácil decir “no hay camas disponibles”.

Nuestro juramento médico lo impide.

Estos pacientes demandan un alto costo raramente reconocido por las obras sociales. A ello se agregan deudas por todos lados, las que corresponden a la construcción y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la DGI, los bancos, los médicos con atrasos de varios meses... Todos nuestros proyectos tambalean y cada vez más todo se complica.

En Estados Unidos, las grandes instituciones médicas, pueden realizar su tarea asistencial, la docencia y la investigación por las donaciones que reciben.

¡Las cinco facultades médicas más trascendentes reciben más de 100 millones de dólares cada una! Aquí, ni soñando.

¡Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en la etapa inicial y luego publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro instituto como uno de sus logros! Envié cuatro cartas a Enrique Iglesias, solicitando ayuda (¡tiran tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!) todavía estoy esperando alguna respuesta. Maneja miles de millones de dólares, pero para una institución que ha entrenado centenares de médicos desparramados por nuestro país y toda Latinoamérica, no hay respuesta.

¿Cómo se mide el valor social de nuestra tarea docente?

Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar.

La mayoría del tiempo me siento solo. ¡En aquella carta de renuncia a la C. Clinic, le decía al Dr. Effen que sabía de antemano que iba a tener que luchar y le recordaba que Don Quijote era español!

Sin duda la lucha ha sido muy desigual.

El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse.

Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos, algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata, me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al “sistema”.

Sí al retorno, sí al ana-ana.

“Pondremos gente a organizar todo”. Hay “especialistas” que saben como hacerlo. “Debes dar un paso al costado. Aclararemos que vos no sabes nada, que no estás enterado”. “Debes comprenderlo si querés salvar a la Fundación”

¡Quién va a creer que yo no estoy enterado!

En este momento y a esta edad terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer.

Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos: “a mí no me ha derrotado nadie”. Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla. Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional. Hace pocos días fui incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en cirugía cardiovascular. El año pasado debí participar en varios países desde Suecia a la India escuchando siempre lo mismo.

“¡La leyenda, la leyenda!”

Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga.

Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz.

Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata.

No puedo cambiar.

No ha sido una decisión fácil pero sí meditada.
No se hable de debilidad o valentía.

El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, hable de debilidad o valentía.

El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano.

Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad.

Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me recuerden así.

En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales, provinciales, empresarios, sin recibir respuesta.

En la Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis con asesoramiento externo. Ayer empezaron a producirse las primeras cesantías. Algunos, pocos, han sido colaboradores fieles y dedicados. El lunes no podría dar la cara.

A mi familia en particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a mis amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco.

Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente sin perder tiempo y tirar mis cenizas en los montes cercanos a Jacinto Arauz, allá en La Pampa.

Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles.

Un abrazo a todos
René Favaloro

[Buenos Aires – 29 de julio de 2000 - 14,30 horas]

jueves, 9 de julio de 2009

Los outsiders y el "no-golpe" de estado


La novedad particular de la democracia latinoamericana de los últimos años consiste en que las clases dominantes ya no necesitan poner a intermediarios (llamesé políticos) como candidatos de gobierno. Ahora, el establishment coloca gente de su propio seno, “empresarios exitosos” que saltan con buena fortuna a la arena política.

En nuestro país, los casos paradigmáticos son los de Mauricio Macri y ahora de Francisco de Narváez, que no por nada son aliados electorales.

Durante muchos años, los políticos fueron un mal necesario para el establishment, y fue menester transformarlos en títeres para asegurar las apariencias democráticas. De lo contrario, había golpe de estado o “fraude patriótico”.

Es lo que se denomina “desprestigio de la política”: tener una militancia, hoy en día, no garantiza nada y es más bien un demérito cuando de elecciones se trata.

Mejor es ser un “empresario exitoso” que sale sonriente en la tele.

El novedoso fenómeno (esto es, el de los outsiders de la política que ganan elecciones vía billetera del poder económico) no ocurre en casi ningún lugar más o menos normal del mundo, (voto a Ross Perot!) con la notoria excepción de Italia, donde gobierna el inefable Silvio Berlusconi.

Pese a las denuncias de corrupción reiteradas y a los escandaletes sexuales en que se ha visto involucrado, Il Cavaliere sigue en su puesto muy orondamente, incluso votado en diversas ocasiones por el pueblo de su país. “Los italianos me quieren así”, dice sonriente Berlusconi, que –vaya casualidad-, es dueño de las principales cadenas de medios de la península.

En fin.

Otra de las curiosas “novedades” que han ocurrido recientemente en Latinoamérica es el particular golpe de estado contra el presidente de Honduras, Manuel Zelaya.

Zelaya –un político de derecha que hizo en el aire una pirueta de realpolitik para saltar a la izquierda chavista-, fue detenido por los militares y “depositado” amablemente en otro país. Quienes organizaron el golpe de estado –es decir, quienes removieron ilegalmente a un presidente constitucional-, dicen muy serios que no hicieron ningún golpe de estado.

¿Cómo dice?

Se trata de un extraño no-golpe, o –argumentan-, un golpe de estado legal, como si esos términos pudieran ser compatibles.

Antaño, en Latinoamérica, el Ejército hacía un golpe y no tenía pruritos en disimularlo: “Las FF.AA. han tomado el control del Gobierno”, decían secamente en su primer comunicado. A lo sumo, lo más raro que ocurrió fueron los “autogolpes” de Bordaberry en Uruguay (1973) o Fujimori en Perú (1992): en ambos casos, el Ejecutivo disolvía a los otros dos poderes y asumía el mando del Estado.

Lo curioso del caso hondureño es que el Ejecutivo ha sido removido con la anuencia explícita de los otros dos poderes. Y, claro, el apoyo del Ejército, la Iglesia y el establishment económico.

En esto no es muy “original”.

¿Estarán los outsiders y los “no-golpes” de estado en el futuro próximo de Latinoamérica?

miércoles, 1 de julio de 2009

Saavedra y los pícaros


La carta que Guadalupe Cuenca le escribe a Mariano Moreno –su marido-, lo dice todo. No hay casi nada más que agregar. Está fechada el 20 de abril de 1811: ni siquiera había pasado un año de la Revolución de Mayo.

Extractada por Felipe Pigna (Viva, 21-06-09), dice así:

(...) los han desterrado*, a Mendoza, a Azcuénaga y Posadas; Larrea, a San Juan; Peña, a la punta de San Luis; Vieytes, a la misma; French, Beruti, Donado, el Dr. Vieytes y Cardoso, a Patagones; (...) Del pobre Castelli hablan incendios, que ha robado, que es borracho, que hace injusticias (...) Está visto que los que se han sacrificado son los que salen peor que todos, el ejemplo lo tienes en vos mismo, y en estos pobres que están padeciendo después que han trabajado tanto, y así, mi querido Moreno, ésta y no más, porque Saavedra y los pícaros como él son los que se aprovechan y no la patria (...)

La carta nunca llegó a destino porque Moreno ya estaba muerto: había sido envenenado en alta mar.

Desde entonces, pareciera que en este país siempre ganan Saavedra y los pícaros.

*se refiere a los morenistas.

He aquí un link para leer la carta completa: http://www.literatura.org/25Mayo/carta2.html