miércoles, 30 de julio de 2008

La heducasión funsiona várvaro


Alumnos que le prenden fuego el pelo a su profesora y le ponen un condón en la cabeza; alumnos que manosean a otra profesora y filman todo alegremente; escuelas a las que se les caen los techos o que no tienen gas en pleno invierno; escuelas en donde los alumnos tienen que alternarse para poder estudiar porque no están completas las instalaciones.

Noticias como estas ya forman parte del paisaje decadente de nuestro país.

Según un estudio de la Unesco, la Argentina bajó del segundo al sexto lugar en Latinoamérica en cuanto a rendimiento escolar. Hace diez años, sólo nos superaba Cuba. Ahora nos empiezan a pasar todos los demás países.

Un informe emitido por TN demostró que los niños que se alimentaron mal durante la crisis de 2001/2002 tienen ahora dificultades de aprendizaje o bajo desempeño en la escuela.

Comer mal te impide pensar.

Ya en 1999, la Unicef había hecho un estudio con chicos pobres del conurbano bonaerense y el Gran Rosario. Los resultados fueron aterradores: el 40% de esos niños padecía una suerte de retraso mental, leve en muchos casos, pero retraso mental y madurativo al fin. Las causas no eran otras que la mala alimentación y la falta de estímulos cognitivos adecuados.

Esos niños –que entonces tenían sólo cinco años-, deben ser ahora adolescentes pobres que abandonaron sus estudios, pequeños delincuentes o internados en hogares de menores.

La subeducación garantiza el subdesarrollo y reproduce la pobreza hasta el infinito.

Dicho de una manera más vulgar: que una buena parte de la población sea estúpida es un eficaz mecanismo para que los ricos sigan siendo ricos.

Para que unos pocos tengan mucho, es menester que muchos tengan poco.

De modo que el hecho de que los alumnos tengan bajo desempeño o que a las escuelas se les caigan los techos no es una casualidad o una consecuencia no deseada por el sistema. Es una condición necesaria y suficiente para que nada cambie. Para garantizar el statu quo aún dentro de un marco formal de “democracia”. Para que en las elecciones gane siempre el peronismo o sus variantes clientelares que viven de la pobreza, a la que perpetúan.




viernes, 18 de julio de 2008

Paren que me quiero bajar


Me invade una sensación de asco y náusea intolerable.

Son imágenes, fragmentarias, las que azotan mi conciencia.

Ver de nuevo al inmundo de Menem, a Ramoncito Saadi, a Chiche Duhalde, a Reutemann. Ver a esos arruina-países, a esos arruina-provincias, otra vez esas caripelas tenebrosas, beneficiados por un fuero senatorial.

Ver el patético voto del pusilánime de Cobos, llevado a un impensado lugar de héroe por accidente, por obra y gracia del autoritarismo y el autismo de la pareja presidencial. ¿De qué carajo se ríe Cristina? ¿No ve la cantidad de cagadas que se mandó su maridito querido?

Ver otra vez a Barrionuevo –si, Barrionuevo, el mismo atorrante de siempre- hablar de libertad y no se qué mierda más al pelear por la conducción de la CGT con Moyano.

¡Qué vómito! ¿Qué mierda de país es este? Me cago en todo el peronismo, y en el sindicalismo, y también en el radicalismo.

Ver el abrazo de Buzzi y Miguens, como si hubiesen ganado el Mundial. ¡Miguens, el representante de los tipos que más tienen en este país! ¡Miguens, si, el tipo que encarna a los más ricos de entre los ricos, que participa de una “protesta agraria” como si fuera... Pancho Villa!

¡Los lobos bailan en el gallinero!

Esto es una joda.

Porque, ¿qué tendrían que hacer, entonces, los 15 millones de personas que no tienen asistencia sanitaria? ¿Qué tendrían que hacer los 20 millones de tipos que no tienen agua potable o red de cloacas? ¿Quemar el país? ¿Romper todo?¿Podrían cortar las rutas como lo hicieron los “chacareros”?

Señores: este país no tiene rumbo en tanto y en cuanto existan el peronismo, el radicalismo, el “campo” y todos los malnacidos que nos gobiernan, gobernaron y gobernarán.

Lo dije.

miércoles, 9 de julio de 2008

Yo no tengo la culpa de nada



Siempre que ocurre algún hecho trágico o lamentable en este maldito país –y lo último fue el maltrato y la burla que un alumno le prodigó a su maestra de historia: una escena casi cotidiana en cualquier escuela pública argentina-, digo, siempre que ocurre algo lamentable, se dice: “El país está en crisis: todos, de algún modo, tenemos la culpa...”
¿Todos? ¿Cómo “todos”?
¡¡Todos, las pelotas!!
Porque, ¿saben qué?: YO NO TENGO LA CULPA DE TODA LA MIERDA QUE OCURRE EN ESTE PAÍS.
Más bien lo contrario.
Y aquí lo demuestro.
Cuando los milicos dieron el golpe del 76 e instauraron el plan monstruoso de Martínez de Hoz, yo era apenas un nene de seis años que ingresaba a primer grado. Cuando el borracho de Galtieri –aclamado por una multitud en la Plaza de Mayo-, nos embarcó en la absurda Guerra de Malvinas, yo tenía sólo doce años y aún estaba en la escuela primaria (que hice, ups, entre 1976 y 1982, qué hermosa época!)
Recién en 1983, cuando volvió la democracia, me incliné inicialmente hacia Alfonsín desde mis muy precoces trece años. Pero pronto fui cayendo en la decepción con la primavera alfonsinista.
En 1989, cuando voté por primera vez –esto es, cuando pude por vez primera ejercer alguna pequeñísima influencia en los destinos de mi país-, voté contra Menem. Y no sólo eso: me transformé en un furibundo antimenemista y luché con todo lo que pude y hasta donde mi alcance me lo permitía contra ese gobierno nefasto. Escribí en la revista Humor, estudié sociología y periodismo, discutí con todos sobre el daño que el emirato mafioso estaba haciéndole al país. Me quedé solo como Gary Cooper en A la hora señalada y lo único que conseguí fue la misma respuesta de parte de mis queridos compatriotas: “Vos tenés razón, pero yo tengo que pagar el auto en cuotas...”
En 1994 predije que la convertibilidad terminaría con muertos en la Plaza de Mayo: se me rieron en la cara... Quise salir a protestar y a romper todo cuando se privatizó YPF, pero nadie me acompañó. (¿Por qué no salieron en ese momento, digo, por qué no salieron cuando se entregaba el patrimonio público, los boludos caceroleros que saltaron por el corralito, o los tarados que ahora apoyan a los rentistas “del campo”?).
A partir de aquella época, me opuse a todo lo que hizo ese gobierno maldito, y luego me opuse a De la Rúa, a Duhalde, a Kirchner y ahora a Cristina. Desde que tengo uso de razón, vengo sosteniendo que el problema de la Argentina es su crónico subdesarrollo, y así lo vengo planteando –con muy escaso éxito-, en cuanto foro he tenido a mi alcance.
En otros términos: yo no tuve la culpa de los milicos la represión el plan de Martínez de Hoz la estatización de la deuda privada externa Malvinas la “plata dulce” el plan austral los 13 paros el “Felices Pascuas, la casa está en orden” el golpe de estado económico del 89 el mememato corrupto la convertibilidad las privatizaciones la desregulación el “primer mundo” el voto cuota la plata dulce 2 las obras de Sócrates la desocupación la tablita de Machinea el corralito el corralón el cacerolazo el helicóptero de De la Rúa la pesificación asimétrica la licuación de deudas Kosteki y Santillán el pago de la deuda al FMI las escuelas sin gas los alumnos que maltratan a sus maestras la crisis del campo ni ninguna otra mierda que ocurra o haya ocurrido en este país de mierda.
Para decirlo bien claramente: YO NO TENGO LA CULPA DE LA DEBACLE QUE LOS ARGENTINOS CONSINTIERON Y/O VOTARON Y/O APOYARON ESTUPIDAMENTE.
Mas bien lo contrario: SOY UNA VICTIMA DE LOS ARGENTINOS.
No solo no tengo la culpa: LES ARROJO LA PRIMERA PIEDRA.
Así es que, EXIJO QUE ME EXCLUYAN DE ESE PRESUNTO “TODOS”, GENERICO AL QUE SE LE ATRIBUYE LA RESPONSABILIDAD DE LOS MALES ARGENTINOS PARA LIBERAR DE CULPA A LOS VERDADEROS RESPONSABLES.
Buenas noches.